Una de las singularidades que posee el río Guadalquivir a su paso por Sevilla son sus mareas y la aplicación de la ciencia está permitiendo que, de forma progresiva, cada vez se incrementen más los metros de eslora de los buques que atracan en el puerto. De hecho, en noviembre, entraba en el Puerto de Sevilla el MS Europa consignado por la operadora logística Suardiaz Group, el barco más grande que puede entrar en los muelles, con 200 metros de eslora y 29.000 toneladas GT (toneladas de registro bruto). Y todo ello gracias a la aplicación de la ciencia a la mejora de la navegabilidad del Puerto, junto a numerosas medidas que buscan que gane en competitividad.
Los datos de 2020 son halagüeños, cuando ya se constataba un aumento del tamaño medio de los barcos pero que deberá confirmarse con el incremento del calado mínimo hasta los 7,20 metros, aunque el objetivo futuro es alcanzar los ocho metros. “Sobre el total de la flota, exceptuando líneas regulares y cruceros, el porcentaje de buques de 100 a 160 metros de eslora ha pasado de un 39,4% en 2018 a un 45,3% en 2020”, destacan desde la Autoridad Portuaria de Sevilla, que ha puesto en marcha varias medidas para optimizar la vía navegable, como el empleo de la doble marea, la programación con mayor precisión de las salidas y entradas y los desarrollos tecnológicos.
Pero la importancia está en las propias características del río más importante de Andalucía y en la ubicación del puerto, a casi 90 kilómetros de la costa y con una navegación dependiente del régimen de mareas: los buques deben navegar coincidiendo con la pleamar, usando la canal aprovechando el nivel de agua suplementario que aportan las mareas, incrementando así el calado operativo optimizando la Eurovía del Guadalquivir.
La marea en el Guadalquivir se comporta como una onda progresiva que recorre todo el río, del estuario al Puerto, en aproximadamente 4 horas. Los barcos que entran al puerto navegan manteniéndose alrededor del máximo espesor de la lámina de agua durante todo su recorrido, ya que la dirección de propagación de la onda es hacia el interior y su velocidad es del mismo orden que la del barco. El rango medio de la marea oceánica en la desembocadura del Guadalquivir es de 2 metros, pudiendo alcanzar hasta 3 metros en mareas vivas (luna llena/nueva).
Matemáticas y modelos
Son las explicaciones que da el Grupo de Oceanografía Física de la Universidad de Málaga, que desde 2016 estudia el comportamiento de la marea del Guadalquivir y las aplicaciones de un modelo matemático tridimensional en la planificación de su navegación con el objetivo de conocer con precisión la marea para aprovechar al máximo la capacidad de la vía navegable.
Su trabajo, junto a las investigaciones del CSIC y otras universidades, más la labor de la Corporación de Prácticos y Capitanía Marítima han permitido ya que aumente en 20 centímetros la escalilla de calados hasta llegar a los 7 metros y 20 centímetros, aunque siguen los estudios para alcanzar los ocho metros.
Según el catedrático del Grupo de Oceanografía Física de la UMA, Jesús García Lafuente, el estudio se fundamenta en los modelos matemáticos barotrópico y baroclino. El primer modelo predice con precisión el comportamiento de la onda de marea y ha sido totalmente calibrado y validado. El segundo es más complejo y está en proceso de calibración y busca ampliar el conocimiento de parámetros físico-químicos del estuario, como la dinámica de la cuña salina o la temperatura.
“Aprovechar las ventanas de oportunidad que proporcionan las mareas significa aumentar la posibilidad de tránsito de buques de mayor tonelaje. Para ello se debe conocer con la mayor precisión posible el espesor de la columna de agua en todo momento y lugar de la vía navegable a fin de planificar la navegación de esos buques”, según García Lafuente.
A partir de los modelos matemáticos diseñados por la UMA, la Autoridad Portuaria de Sevilla dispone de datos para planificar la navegación y mejorar la coordinación entre el tráfico marítimo y el terrestre, aplicándolos directamente en el Programa de Optimización de la Vía Navegable, en el que se incluye el aumento de la escalilla de calados.
Lámina de agua
Los estudios también han permitido evaluar el mínimo espesor de la lámina de agua, lo que ha incrementado el nivel de seguridad en la navegación; y han simulado la evolución de vertidos virtuales en la dársena para mejorar los protocolos del Plan Interior Marítimo del Puerto.
Además, los datos pueden ser utilizados incluso por otros actores del Puerto, como los arroceros, ya que el modelo baroclino predice el comportamiento de la cuña salina en el Guadalquivir.
El aumento de la escalilla implica que "cualquier día del año, los buques pueden acceder al Puerto de Sevilla con un mínimo de siete metros de calado, lo que supone un incremento frente a las condiciones históricas de entrada al Puerto", según la APS.
Según su presidente, Rafael Carmona, "la mejora de la escalilla de calado es fruto de la apuesta por la innovación y el desarrollo tecnológico emprendidos junto a la Comunidad Portuaria de Sevilla para aprovechar al máximo la capacidad de la canal de navegación. Unos trabajos que aúnan ciencia y técnica, y en los que anualmente invertimos 1,5 millones de euros".
A esto se une la apuesta por la modernización y ampliación de las capacidades de las infraestructuras portuarias, incluyendo la nueva terminal portuaria en la dársena del Cuarto, en fase de construcción, que entrará en servicio durante el año 2022, además de considerar estratégica la nueva conexión ferroviaria y la mejora de las áreas logísticas e industriales de las instalaciones portuarias.
Seguridad gracias al dragado periódico
Otra de las operaciones que facilita la navegabilidad del Guadalquivir es el dragado de mantenimiento, que se realiza periódicamente y que consiste en mantener las cotas de las rasantes actuales en doce tramos de la canal de navegación sin superar las profundidades máximas autorizadas, para garantizar la “plena seguridad” en el acceso por mar a Sevilla.
Los trabajos se iniciaron la zona más próxima a la desembocadura y está previsto que el volumen de sedimentos alcance los 290.000 metros cúbicos, siendo el tramo anterior a la esclusa el que concentra un mayor volumen, en torno a 100.000 metros cúbicos, debido a la propia hidrodinámica de la ría. Esos sedimentos extraídos se destinan a mejorar las playas del Espacio Natural de Doñana y a crear humedales.