A pesar del cambio de hora, ya es de noche. Es viernes y acudo a la cita semanal con mi ecléctico y heterogéneo grupo de amigos en el Calero. Las conversaciones versan y giran alrededor de infinidad y variedad de temas, algunos banales, otros de inusitada profundidad y transcendencia. Pero sobre todo, bañamos las palabras en cerveza y alguna que otra tapa de mojama y huevas de maruca en un explosivo maridaje salado y amargo. Los jilgueros cantan, espoleados por la falta de sueño y agitados por nuestras carcajadas, desde jaulas rodeadas de cuadros que homenajean la tauromaquia de un pasado ya no tan reciente. El niño, detrás de la barra, se acaricia el bigote y esboza una sonrisa. El cojo se burla de mi trabajo, Malia apunta que él no ha dicho nada y Agustín me revienta la espalda de un tortazo. Un cuñado abandona la tertulia y le instan a que coja la vuelta, mientras Cazorla se descojona cañita en mano. Hasta aquí, todo normal. Es viernes y estamos en El Calero.
La pareja retoma su camino y Juani y Malia regresan con el grupo apostado en la puerta del Calero. Entonces una pregunta desata la tormenta y el milagro... “A ella la conozco, pero ¿él quién es?”, pregunta Agustín. Agárrense los macho...Me entran ganas de fumar... “¿otro?”, me reprende Pareja, “Es el primero, joder”, le contesto mientras salimos a la puerta. Y allí, acomodados en plena calle Agustín Varo, retomamos las chanzas y las charlas. Juani y Rosa y Fátima se unen...
Y entonces ocurre el milagro. Un milagro muy de aquí, de esta zona, de esta esquina de la costa española. Una pareja que pasea junto a su bebé recién nacido se para a saludar a Juani y Malia. Éstos se separan de nuestro grupo, se acercan a la pareja y se muestran amables, simpáticos y asoman sus cabezas en el carrito. Qué guapo, qué tiempo tiene, qué alegría, es igual que el abuelo... tiene los ojos de su madre y la boca de su padre... En fin, puro protocolo social.
La pareja retoma su camino y Juani y Malia regresan con el grupo apostado en la puerta del Calero. Entonces una pregunta desata la tormenta y el milagro... “A ella la conozco, pero ¿él quién es?”, pregunta Agustín. Agárrense los machos...
-¿Él? Creo que es hijo de Manuela, que su padre tenía un barco...
-¿Tú no serás tonto, no? ¿Qué barco?
-El que se vendió a uno de Isla Cristina...
-Ese era el Melena y no tenía hija...
-¿Cómo que no?
-Te lo digo yo, que crecí con Manuela en la calle Vejer... Manuela es hija de uno que fue ditero y que luego puso un quiosco.
-¡Ah! Pero entonces esa Manuela no es la madre de ese chaval.
-Pues claro que no... ese chaval es hijo de uno que se llamaba Pedro que vino de Conil y que se quedó trabajando aquí en lo de la electricidad.
-A ver, a ver, que parece que ninguno habéis nacido aquí... el bisabuelo trabajó para Aniceto y su abuelo se casó con una hija que es prima hermana de Francisco, que creo que es ‘Reyito’.
-¿Pero no vivían en el bloque de pisos de la Avenida de Andalucía? ¿El de los patios?
-Sí, ¿en el primero o en el bajo?
-El bajo, creo.
-Pues tríncame el carajo. (Risas)
-(Risas)... Su pareja¿ no es la hija de Antonio ‘El pellizqui’?
-Sí...
-Pues entonces él es el primo de los que montaron un taller de coches en el río.
-¡Qué no, que esos son familia de la Manuela del barco! Y esa Manuela no es...
-Ya sé, el chaval hizo la mili en El Ferrol con ‘el orejas’ que vendía tagarninas en la esquina del mercado...
-Ojú, que pechá tontos. El chaval estuvo antes con una nieta de la Luisa, la que estaba casada con un redero.
-¡Qué va! El que tú dices se marchó a Castellón.
-Pero volvió y se juntó con esta y han tenido un niño y ‘tó’.
-¡Pero qué va! Te explico... ¿Sabes la pescadería que hay al entrar en el mercado?
-Sí.
-Pues esa no, la siguiente...
-Que no, que no... que estáis confundidos, él es sobrino del Andrés ese que le tocó la Lotería en Navidad hace dos años.
-¿Andrés? Ah, que su hermano siempre ha sido un malaje...
-Ese, ese, que le puso los cuernos a su mujer...
-¿Manuela?
-Manuela, eso, pero no la Manuela que tú decías que su padre tenía un barco...
-Vale, pero no, ese chaval ¿qué tiene? ¿Treinta años? Y los hijos de la Manuela de la que habláis son ya mayores...
-Pero si no tenía hijos.
-Esta sí, la otra Manuela no...
-Ah, vale, vale... ya sé quién es. ¿Eduardo, no?
-Ese...
-Sí, ese... Eduardo.
-Vale, vale... Eduardo.
Y mientras pasan a otra conversación, particularmente sigo sin tener ni puta idea de quién es Eduardo... Ni Manuela... Aún sigo procesando quién tuvo un barco. Ahí me quedé, recordando a los No me pises que llevo chanclas.