Almería es tierra de cultivo y el mundo entero la identifica por sus frutas y hortalizas, pero entre invernaderos se encuentra la sede de una multinacional que apuesta ahora por la inteligencia artificial para “decodificar la naturaleza” y crear un modelo “disruptivo” en el I+D+i de la agroalimentación.
Se trata de ‘Kimitec’, una biotecnológica implantada en más de 90 países que ha puesto en marcha la plataforma ‘LINNA’, que a conllevado una inversión de más de cuatro millones de euros con el objetivo de “deconstruir la manera de investigar para ser más productivos”, según manifiesta el CEO de ‘Kimitec’, Félix García, en una entrevista con EFE.
‘LINNA’ permitirá profundizar en la investigación de microorganismos, moléculas y compuestos naturales, de los que actualmente “apenas se conoce un 1%”, según García. Por el momento, desde el ‘MAAVi Innovation Center’ de ‘Kimitec’, el mayor centro de investigación dedicado a la agricultura natural de Europa, ya se busca una alternativa natural al glifosato.
Algo que no es baladí, ya que se trata de uno de los principales herbicidas del mercado, cuyo sustituto natural se pondrá en prueba en el campo a finales e este año.
La empresa cuenta con el apoyo de un socio europeo de la NASA y ya ha volcado en este sistema las principales bases de datos e información sobre 219 millones de proteínas identificadas. García mantiene que este sistema digital además permitirá “decodificar la naturaleza” e identificar compuestos que no se conocen, ya que la industria desconoce el “99% de la información molecular” de las alternativas naturales.
El uso de ‘LINNA’ permitirá, según García, que “un becario de este centro sea más potente que cualquier catedrático (…) gracias al aprendizaje acumulado con el que conseguir desarrollos I+D+i muchos más rápidos y menos erráticos”.
“Una de las cosas que LINNA va a permitir es transversalidad, saltar de sector. El gran reto a cinco años es transformar el MAVVi en un hub de tecnología de agroalimentación. Ese es el tránsito que estamos haciendo”, apunta el CEO de Kimitec.
Un salto de gigante de una empresa que nació en 2007 para crear una alternativa a los productos de síntesis química en la agricultura. “La síntesis de química fue necesaria en su momento para dar productividad (…) Pero llega un momento con nuevas tecnologías en el que pueden aplicarse fuentes naturales”, sostiene García.
Conforme se implantaban en diferentes mercados, en ‘Kimitec’ comprobaron que los productores de agricultura ecológica eran menos productivos, lo que hacía a su vez que estos alimentos fuesen más caros. “Entre otras muchas cosas, porque cuando tienen una plaga, sus herramientas son más débiles que las químicas”, apunta.
En paralelo, los supermercados “comenzaron a ser más exigentes”, reclamando productos más sostenibles y libres de químicos, lo que llevó a esta empresa a “mutar” para poder desarrollar equivalentes naturales a los insecticidas y pesticidas utilizados en la agricultura.
Su primer éxito fue un biopesticida nacido al amparo de un proyecto Horizonte 2020 de la Unión Europea (UE) en 2014. Posteriormente, llegarían tres proyectos europeos más de este tipo, dentro de una apuesta por la innovación y la investigación que ha llevado a la multinacional a invertir más de 20 millones de euros en I+D+i en proyectos propios o conjuntos con otros centros desde 2014.
Algo que hizo posible la creación en 2017 del ‘MAAVi Innovation Center’, el centro de investigación con un modelo de trabajo “360”, esto es, abierto a empresas de todo tipo en diferentes países, con la meta de cambiar la forma en la que se producen los alimentos.
Cuando los supermercados comenzaron a reclamar menos químicos, apunta García, “las que tenían que solventar esto, que son las empresas de agroquímicos o los centros de investigación, tenían cada una sus debilidades”. “Nosotros habíamos creado un modelo único libre de debilidades”, incide.
“Las agroquímicas se pusieron las pilas pero no tenían ni idea de compuestos naturales. Comenzamos en 2017 con MAAVi. Nos adelantamos a todo el mundo creando un centro de altísima productividad con esas soluciones”, resalta.
Y a pesar de esta productividad, los plazos de investigación seguían siendo un inconveniente. El problema, apunta García, es que, “si por ejemplo en Europa hay cien cultivos y cada uno tiene 20 plagas, tienes que tener 2.000 soluciones naturales”. “Si no haces una igual de eficaz que la química, pierdes competitividad y aumentas los precios”, subraya.
En ‘MAAVi Innovation Center’ trabajan actualmente con unos 50 proyectos, pero García señala que con medio centenar de soluciones al año, con esas supuestas 2.000 soluciones a desarrollar, se tardarían “cuarenta años y rompemos el Green New Deal”. Ahí es dónde entra la plataforma de inteligencia artificial ‘LINNA’.
Otro de los pilares de la multinacional es su ‘MAAVi Foundation’, la fundación que promueve la integración, el intercambio sociocultural y el aprendizaje transversal de valores entre niños y niñas de diferentes razas y nacionalidades. El programa formativo del club se complementa con un programa nutricional, uno educativo y otro de inserción laboral de sus padres.