Parecía que el Martes Santo se salvaba de milagro porque la noche estaba para dormir al raso hasta que hizo acto de presencia la lluvia de repente y se desató nuevamente el caos.
Durante la jornada se repitió la secuencia del Lunes Santo, con matices. Si bien los partes advertían de la inestabilidad meteorológica, llovió por la mañana pero no lo hizo cuando se preveía por la tarde. El Consejo Local de Hermandades y Cofradías volvió a dejar en manos de la juntas de gobierno la decisión de plantarse en la calle y, en esta ocasión, dos hermandades, Piedad y Sanidad, prefirieron no correr riesgos, como Vera-Cruz en la víspera. Las otras tres, sí.
El hermano mayor del Caído lo justificaba desde la capilla argumentando que “lo que cae es agua, no ácido sulfúrico”, pero como si lo fuera. Los cortejos mantuvieron la compostura, aunque hubo momentos de confusión y tensión. Los pasos enfilaron hacia San Francisco, y Columna, San Antonio. Ecce Homo tuvo que refugiarse en la Catedral.
Pero el Cabildo se empeñó en que no se repitieran las escenas del día anterior. Por megafonía, una voz llamaba a mantener el silencio, se obligó a tomar asiento a los penitentes y se invitó a volver a su templo en cuanto escampó. A primera hora, el Cabildo denunció la suciedad y desperfectos materiales tras coincidir hasta 3.000 personas. No se iba a dejar pasar una. También comunicó a las hermandades del Lunes Santo que habrían de abandonar el templo hoy, antes de las doce. Sin embargo, solo lo hará La Palma, a las 9.30 horas, precisamente la que pidió hacerlo el Sábado Santo... que es cuando lo harán Prendimiento y Nazareno del Amor.
