La dermatitis atópica es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel cuya principal característica es la picazón, o prurito que es como se denomina en términos médicos. "Gracias al descubrimiento de dianas que intervienen en la respuesta inmunoalterada que provoca la dermatitis atópica, se están aplicando nuevos tratamientos basados en la inmunoterapia con unos excelentes resultados", señala Amalia Serrano, doctora responsable de la Unidad de Inmunoalergia Cutánea del Hospital Universitario Virgen Macarena, cuyo servicio de Dermatología colabora en tres ensayos clínicos que ahondan en esta línea.
"Esta comezón provoca alteraciones en la vida cotidiana, ya que "es muy habitual la dificultad para conciliar el sueño, lo que deteriora la actividad diaria de quienes la padecen", advierte la facultativa en una nota de prensa remitida por el Macarena este lunes. Al margen de estos innovadores tratamientos, están los tradicionales corticoides tópicos y cremas, y la convencional terapia sistémica vía oral, basada en inmunosupresores.
En el Hospital Universitario Virgen Macarena, se tratan cada año a alrededor de 200 pacientes con esta patología cutánea que afecta más en la niñez que en la edad adulta. A esta consulta especializada llegan aquellas personas en los que la enfermedad les ocupa una extensión corporal superior al 10% y tiene una importante incidencia en su calidad de vida. En algunos casos, las lesiones que provoca la dermatitis atópica se sobreinfectan siendo puerta de entrada para otras enfermedades víricas y bacterianas.
Una vez cronificada la enfermedad da lugar a la liquenificación de la piel, un fenómeno que vuelve el tejido cutáneo similar a la piel de un elefante. "Las alteraciones genéticas y los microbios y agentes externos actúan conjuntamente e influyen tanto en la alteración inmunológica como en la alteración de la barrera cutánea. El ciclo picor-rascado perpetua las lesiones y las cronifica", añade la doctora Serrano.