A lo largo de sus 48 ediciones, muchas cosas han cambiado en el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva. Entre todas esas transformaciones, la principal afecta, precisamente, a las protagonistas del certamen, las películas, que han modificado sustancialmente su formato físico de proyección.
Las películas que se proyectan esta semana en el Festival de Huelva poco tienen que ver con aquellas cintas de 35 milímetros que ocupaban bobinas enormes. “Podían pesar unos 30 kilos”, cuenta Lola Morales, responsable de Programación y Tráfico de Películas del Festival de Huelva, que trabaja en el Iberoamericano desde hace casi tres décadas.
Morales acumula mil y una anécdotas de aquellos tiempos en los que las películas viajaban hasta Huelva en las bodegas de carga de los aviones. Las latas, recuerda, podían quedarse retenidas en la aduana. Para conseguir vía libre, había que detallar en un informe su contenido y dejar muy claro, por ejemplo, que se trataba de material cultural y no pornográfico, evitando así los recelos de los inspectores.
“Más de un director llegaba con su película bajo el brazo”, relata Morales, recordando los inevitables nervios que se sufrían si los envíos se retrasaban. “Alguna vez hubo que cambiar la fecha de proyección, porque la película aún no había llegado el día que debía ponerse”, cuenta.
Una vez en Huelva, las películas ocupaban todo un almacén en la Casa Colón y eran necesarias tres personas para trasladarlas hasta las salas de los cines.
Con el nacimiento del cine digital, el peso de los envíos se redujo drásticamente y las películas empezaron a llegar en discos duros de uno o dos kilos. El cambio, dice Lola, ha traído consigo numerosas ventajas. “Todo es más ágil, cómodo y seguro”, indica la responsable de Programación del Iberoamericano.
Los cambios de formato también han influido en el proceso de selección de películas. De viajar a América en busca de nuevos títulos, el comité de selección del Festival de Huelva pasó a visionar centenares de películas en VHS, primero, y Blu-ray, después. Hoy, esos visionados se realizan a través de enlaces a archivos digitales. La facilidad de movimiento ha permitido aumentar el tráfico de títulos. En la última época analógica, recuerda Lola, podían visionarse en torno a 900 títulos en la fase de preselección y este año la selección se ha hecho entre 1.300 películas. Por ello, la selección y proyección de todos los títulos requiere de una importante labor de organización por parte del equipo del festival.
El responsable técnico e informático del Festival de Huelva, José María Orozco, explica que, actualmente, las películas, una vez seleccionadas, se envían a Huelva en archivos digitales a través de internet y cruzar el charco tan solo les lleva “dos o tres horas de descarga”.
La versión digital de la película de 35 milímetros es el DPC, unas siglas que corresponden a los términos Digital Cinema Package. Una vez descargados, dichos archivos se instalan en los servidores de las salas de proyección. En la mayoría de los casos se trata de archivos encriptados, que cuentan con unas claves que solo permiten su reproducción en la fecha, horario y lugar acordado. “Es un proceso muy seguro”, explica Orozco.