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Jerez

¿Por qué cae la Bolsa?

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Se ha pegado la Bolsa tal batacazo que no queda más remedio que escribir para intentar explicar las razones últimas, profundas y fundamentales de tal caída.
Habrán leído ustedes últimamente muchas razones para explicar esta bajada, algunas claramente peregrinas. Por ejemplo, el otro día se decía que la Bolsa de Madrid había bajado una barbaridad porque Argentina había nacionalizado no sé qué que afectaba a las empresas españolas. Vale, pero ¿por qué bajaron también mucho las empresas asiáticas? No; no es esa la razón.
Le parece a uno que el problema es lo que bebe la gente. Verá usted, la mayoría de periodistas, analistas financieros y expertos varios beben cerveza y tintos de crianza. Los más pudientes beberán reservas o grandes reservas de Rioja o cualquier otra zona. Y así es difícil analizar lo que está pasando ahora. Al beber cerveza se está bebiendo algo que se ha tardado en producir unos meses. Un crianza tarda poco más de un par de añitos y un reserva algunos años más. No hay referencias, no hay perspectiva.
Leerán y oirán como la cifra de paro, o el nivel de la Bolsa está a niveles de la crisis del 93. Eso ya es beber un gran reserva, que es vino de más antigüedad. Pero no basta. Para entender lo que pasa hay que ponerse delante un amontillado viejo, un VORS.
Sabrán ustedes que cuando el Consejo califica un amontillado como VORS, lo que quiere decir es que la vida media del vino que usted va a beberse es, por lo menos, de treinta años. Pero en la zona de Jerez no existen añadas; las viejas botas se refrescan con vinos nuevos para lograr esa mezcla única.
O sea que en la copa que usted se está bebiendo hay gotas de un vino que se echó en la bota hace tres años. Sí, pero hay gotas de un vino que lleva en la bota desde el pánico bancario de 1910. Y otras gotas de cuando la primera crisis de Barings, ese banco que se hundió hace poco gracias a las torpezas de un solo trabajador, proeza digna de ser recordada. Habrá gotas de amontillado que nacía cuando la gran caída de 1927. Otras se fueron echando durante la larga crisis de los años treinta; o los terribles cuarenta y cincuenta españoles. Estará usted bebiendo amontillado criado durante aquellos felices sesenta y también durante aquella época oscura económicamente entre la crisis del petróleo de 1973 y mediados de los ochenta.
Bebe usted un poco de ese amontillado, gloria de nuestra vieja civilización, testigo de tanto bueno y malo que ha sucedido en esta tierra y estará usted en disposición de entender la explicación profunda y fundamental que le voy a dar. Beba usted y siga leyendo.
La Bolsa baja porque hay más gente que quiere vender que gente que quiere comprar. Punto.
Ya está. Siga usted bebiendo; sea consciente de las largas décadas que ha vivido el vino. Y comprenderá el pánico que produce tener dinero ante la mera posibilidad de perderlo. El miedo que tiene que tener el gestor de mi fondo de pensiones en el que, supongo que como el suyo, llevo perdido más de la cuarta parte en lo que va del año. Mis ahorros de varios años se han evaporado como se evapora lentamente su amontillado si usted se distrae de lo fundamental. Y es que mi gestor teme que le corra a gorrazos; justamente lo que haría si no tuviera lo que tengo entre manos.
Y mi gestor quiere vender. Y el de los fondos de inversión. Y el de los hedge funds también. Y mi amigo que manejaba sus propias inversiones en Bolsa porque sabía mucho, también. Todos quieren vender. Pánico generalizado; pero también las perspectivas de una recesión mundial. ¡Es la economía!
Y, ¿quién quiere comprar? Casi nadie. Les recomendaría un artículo que publicó el otro día el sabio de Omaha, Warren Buffet, en el New York Times. Decía que él estaba comprando acciones, entre otras cosas, porque hay que ser miedoso cuando todo el mundo está avaricioso, y hay que ser avaricioso cuando todo el mundo tiene miedo.
¿Mi recomendación? Beban despacio la copa de amontillado y sean consciente de la gloria que es beberse un vino que ha vivido tanto, tanto, tanto.

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