Por encima de lo que se pueda llegar a pensar, la primera Sala de la Memoria Histórica y Democrática de Arcos es un fiel testimonio de cómo ha evolucionado Arcos desde principios del siglo XX. Es, por tanto, un documento vivo sobre el devenir de su población y de su carácter de agrociudad que marcó inevitablemente su manera de ser. No obstante, como su nombre indica, esta emotiva Sala que ya forma parte inherente del monumental palacio del Mayorazgo, es también un homenaje a las personas que entregaron su vida a cambio de un ideal de justicia universal.
La inauguración de la Sala tuvo lugar el pasado sábado en presencia de un numeroso público que asistió, en primer lugar, a las palabras de bienvenida de una emocionada delegada de Cultura, María Macías, al recordar cómo en su familia, como en tantas desgraciadamente, se vivieron casos de represión. Pero fue el historiador arcense Antonio Ortega quien iría resumiendo ante el público la historia social hasta el periodo que comprende la Sala, con especial atención a los cambios políticos que tuvieron su reflejo en la ciudad. Para ilustrar sus palabras, la cantautora Lucía Sócam interpretó un acertado repertorio lírico con la ayuda de su guitarra. Los hermanos Ruiz Álvarez y David Botejara también adornaron el acto con un bello pasodoble en homenaje a las víctimas de la sinrazón.
Ortega Castillo expuso en presencia de personas con familiares represaliados, e incluso desaparecidos, testimonios que señalan a “todos aquellos identificados como de izquierdas, en general, hombres” que fueron exterminados literalmente por un régimen que también humilló a las mujeres obligándolas a tomar aceite de ricino o rapándoles el pelo como aberraciones frecuentes. Pero lo peor pudo ser cómo se condenaron al olvido a las personas desaparecidas en medio de la pena de sus familias, maltratadas en este sentido por el poder de la época.
El alcalde, Isidoro Gambín, mencionaba en su discurso su deseo de que los hechos que han dado pie a esta Sala no vuelvan a repetirse en la historia. Antes, la delegada María Macías describía esta Sala como un espacio para “la luz, la dignidad y la verdad”, agradeciendo la colaboración a la Asociación de Memoria Histórica y Democrática de Arcos, a la diputada provincial Lucía Trujillo, a la Casa de La Sauceda y al historiador de El Bosque Jesús Román, además de a Antonio Ortega como persona cuyos conocimientos de tantos años de investigación han quedado reflejados en esta exposición permanente.
El municipio cuenta así con su primera Sala dedicada a quienes fueron represaliados y asesinados tras el golpe de estado de 1936 y posteriormente.
Cabe mencionar cómo en Arcos se calcula que alrededor de cien personas aún no han sido localizadas tras su supuesto “ajusticiamiento”. Muchas de ellas podrían encontrarse en el cementerio municipal de San Miguel donde las primeras tareas de exhumación no dieron resultados, de ahí que ahora se depositen las esperanzas en los nuevos trabajos que el Departamento de Memoria Histórica y Democrática de Diputación y el Ayuntamiento proyectan en el camposanto.
A todo ello, el cementerio sigue luciendo el nombre de esas personas y una gran placa que las recuerda para la posteridad. Arcos comienza así a tener un peso específico en su particular lucha por recuperar la Memoria Histórica y Democrática.