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Hablillas

Veinticinco años

Su recuerdo no puede separarse de su forma de expresar cuanto le tocó vivir, una realidad difícil contada con cercanía clara y directa

Publicado: 07/05/2023 ·
18:57
· Actualizado: 07/05/2023 · 18:57
Autor

Adelaida Bordés Benítez

Adelaida Bordés es académica de San Romualdo. Miembro de las tertulias Río Arillo y Rayuela. Escribe en Pléyade y Speculum

Hablillas

Hablillas, según palabras de la propia autora,

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Y a pesar de ello su voz rota no se ha ido, ni su imagen, ni sus chasquidos disimulados en una coletilla inimitable, ni su serenidad contagiándonos al oírla, porque nos habla desde el silencio de sus versos. Así sentimos las estrofas de Gloria Fuertes, la poetisa que no le gustaba ser llama así, que entró de guardia y aún no ha salido de la garita, artífice de estrofas que dan luz al imaginario del lector. Es una forma de sentir un poema, ese enredo con salida libre sin necesidad de desbaratamiento y que cuesta tanto abandonar, porque abriga suavizando el alma.

Su recuerdo no puede separarse de su forma de expresar cuanto le tocó vivir, una realidad difícil contada con cercanía clara y directa, tanto para los niños como para los adultos, regalando a los primeros una historia vestida de momento y a los mayores la reflexión, la pincelada moralizante destinada a calmar la curiosidad infantil, siempre despierta y provocadora, logrando sembrar un amor por la lectura que no dejaría de crecer. En realidad, estos poemas y su asomo a la televisión fueron una motivacióna releer sus poemarios por donde gotean el existencialismo, el surrealismo, el feminismo y todos los movimientos que fueron brotando mientras ella cumplimentaba formularios en la oficina. Por eso pudo ser una criatura pequeña con voz ronca y estar con otros niños entre globos de colores y una cometa blanca.

La pasión por contar arromanzando, por escribir, en suma, fue lo único que le aportó la guerra. Con aplastante naturalidad lo aseguraba en una entrevista recuperable con un golpe de clic, quizás para poder vivir hasta el día siguiente, luego hasta el otro y conformar una semana, aislándose en su interior, mirando dentro, alternando la literatura infantil con su propia producción, donde traslucen el hastío, el desaliento, la miseria que, a veces, pulveriza con gotas de humor, logrando elevar su entorno, su mundo de barrio a poético con la difícil sencillez del lenguaje, tocando la fibra hasta herirla por tanta sinceridad, llegando a ser un referente, entre otras razones, porque en su obra no hay ni futuro ni pasado, sino contemporaneidad a pesar de los veinticinco años que nos separan de su carne y de sus huesos.

Con la Feria del Libro por empezar en nuestra geografía, sería justo su dedicación, un guiño durante una jornada, un homenaje en algún colegio, no dejarla como esa isla que ignorada / late acunada por árboles jugosos, / en el centro de un mar / que no me entiende, / rodeada de nada, / sola sólo (G.F.)

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