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sociedad

Los pensamientos pueden dañar el cuello y la espalda durante un levantamiento

La angustia mental que provoca la disonancia cognitiva puede aumentar la presión sobre el cuello y la zona lumbar

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  • Un cerebro -

Ya sabemos que la posición que adoptamos a la hora de sentarnos en la silla, la postura que escogemos para dormir, o incluso la forma en que cogemos las bolsas de la compra, pueden influir en nuestros dolores de espalda, pero ¿qué papel juega nuestra propia personalidad en todo esto?

Según un nuevo estudio de la Universidad Estatal de Ohio (Estados Unidos), la angustia mental que provoca la disonancia cognitiva --encontrar información que contradice la forma de cada persona de actuar o lo que cada persona cree-- puede aumentar la presión sobre el cuello y la zona lumbar al levantar y bajar objetos, según sugiere un nuevo estudio.

"Se puede estar en buena forma física, pero si no se piensa correctamente o de forma adecuada, o se tienen todos estos problemas mentales, la columna vertebral no puede funcionar", ha expresado el autor principal, William Marras.

Concretamente, cuando se comunicó a los participantes en el estudio que estaban realizando mal un experimento de descenso de precisión en el laboratorio, después de haberles dicho inicialmente que lo estaban haciendo bien, sus movimientos se relacionaron con mayores cargas en las vértebras del cuello y la parte baja de la espalda.

Los resultados mostraron que cuanto mayor era la puntuación de disonancia cognitiva, mayor era el grado de carga en las partes superior e inferior de la columna vertebral.

Según los investigadores, este hallazgo sugiere que la disonancia cognitiva puede ser un factor de riesgo no identificado hasta ahora para el dolor de cuello y lumbar, lo que podría tener implicaciones para la prevención de riesgos en el lugar de trabajo.

"Este aumento de la carga sobre la columna se produjo en una sola condición con una carga bastante ligera; cabe imaginar cómo sería con tareas más complejas o cargas más elevadas", ha expresado el autor principal. "Básicamente, el estudio arañó la superficie de mostrar que hay algo en esto", ha añadido. La investigación se ha publicado recientemente en la revista 'Ergonomics'.

El laboratorio de Marras lleva décadas estudiando las fuerzas que la vida diaria y el trabajo ejercen sobre la columna vertebral. Hace unos 20 años, descubrió que el estrés psicológico podía influir en la biomecánica de la columna vertebral, utilizando un diseño de estudio que consistía en tener una discusión falsa con un estudiante de posgrado delante de los participantes en la investigación.

"Descubrimos que, en determinados tipos de personalidad, las cargas en la columna vertebral aumentaban hasta un 35 por ciento", ha afirmado Marras. "Acabamos descubriendo que, cuando uno está sometido a ese tipo de estrés psicosocial, lo que tiende a hacer es lo que llamamos coactivar los músculos del torso. Se crea este tira y afloja en los músculos porque siempre estás tenso", ha comentado.

En este estudio, para llegar a esa conexión mente-cuerpo, decidieron fijarse en la forma de pensar de las personas y, con la disonancia cognitiva, en cuándo las personas se sienten perturbadas por sus pensamientos.

Diecisiete participantes en la investigación --nueve hombres y ocho mujeres de entre 19 y 44 años-- completaron tres fases de un experimento en el que colocaron una caja de peso ligero dentro de un cuadrado sobre una superficie que se movía a izquierda y derecha, arriba y abajo.

Tras una breve práctica, los investigadores les dieron una respuesta casi exclusivamente positiva durante el primero de los dos bloques de prueba de 45 minutos. Durante el segundo, la retroalimentación sugería cada vez más que los participantes actuaban de forma insatisfactoria.

Para obtener la puntuación de disonancia cognitiva de cada participante, se combinaron los cambios en la presión arterial y la variabilidad de la frecuencia cardiaca durante el experimento con las respuestas a dos cuestionarios que evaluaban los niveles de incomodidad y el afecto positivo y negativo: sentirse fuerte e inspirado frente a angustiado y avergonzado.

Se utilizaron sensores portátiles y tecnología de captura del movimiento para detectar las cargas espinales máximas en el cuello y la zona lumbar: tanto la compresión de las vértebras como el movimiento vertebral, o cizallamiento, de lado a lado (lateral) y hacia delante y hacia atrás.

Los modelos estadísticos mostraron que, de media, las cargas espinales máximas en las vértebras cervicales del cuello eran un 11,1 por ciento más altas en compresión, un 9,4 por ciento más altas en cizallamiento A/P y un 19,3 por ciento más altas en cizallamiento lateral durante el bloque de prueba de retroalimentación negativa en comparación con las medidas de referencia de la carrera de práctica.

La carga máxima en la región lumbar de la espalda baja, una zona que soporta la mayor parte de la carga de la columna vertebral, aumentó un 1,7 por ciento en compresión y un 2,2 por ciento en cizallamiento durante el bloque de prueba final.

"Parte de la motivación aquí era ver si la disonancia cognitiva puede manifestarse no solo en la zona lumbar. Pensábamos encontrarla allí, pero no sabíamos qué encontraríamos en el cuello, y encontramos una respuesta bastante fuerte en el cuello", explica Marras, catedrático de ingeniería de sistemas integrados con cargos académicos en neurocirugía, ortopedia y medicina física y rehabilitación en la Facultad de Medicina.

"Nuestra tolerancia al cizallamiento es mucho menor que a la compresión, por eso es tan importante", ha explicado, para añadir que "un pequeño porcentaje de carga no es gran cosa para una sola vez". "Pero piensa que cuando trabajas día tras día, y estás en un trabajo en el que haces esto 40 horas a la semana, eso podría ser significativo, y ser la diferencia entre un trastorno y no tener un trastorno", ha indicado.

Finalmente, ha reiterado que están tratando de "desenredar esta cebolla" y comprender todos los factores que afectan a los trastornos de la columna vertebral, porque es "muy, muy complejo".

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