La vida, en ocasiones, es generosa. Te lleva por caminos insospechados y te regala. Conmigo es y ha sido espléndida. En 1992, me condujo por unos derroteros insospechados al periódico Área y me hizo un presente que sólo el tiempo me hizo valorar. Hablo de conocer a Pepe Martínez, un autodidacta del periodismo.
Lamentablemente, el artículo (éste) que mereció en vida es el que no ha podido leer. Falleció el martes y fue despedido ayer con el cariño de personas de ambos lados de una frontera porque, durante décadas, él ha sido una referencia en las informaciones sobre Gibraltar. Desde el rigor y el respeto, se ganó el cariño de los gibraltareños después de algunos años de desconfianza y nos alumbró a periodistas más jóvenes que encontramos en él una referencia profesional en todo lo concerniente a los asuntos relacionados con el Peñón y las múltiples sensibilidades que estos tenían.
Lo hizo tan bien que su trayectoria ha sido reconocida por el alcalde de Algeciras, José Ignacio Landaluce, quien ayer portaba el féretro, y por el Gobierno de Fabian Picardo, que se ha sumado a las condolencias por la pérdida de tan insigne periodista. Landaluce y Picardo están en las antípodas en cuanto al contencioso se refiere, pero el respeto hacia Pepe supera las fronteras y hasta las banderas. Que llegaba un submarino de propulsión nuclear al South Mole, allí estaba Pepe. Que Pipe Sarmiento necesitaba confirmar alguna información con respecto a las andanzas y desventuras de los cazatesoros de Odyssey y su relación con Gibraltar, pues allí también estaba Pepe. Fruto de todo aquello fue el nacimiento en 2003 de El Faro de Gibraltar, un semanario en castellano, impulsado por José Antonio Mallou y editado por Publicaciones del Sur.
Como de casta le viene a la galga, pues Susana, una de las hijas de Pepe, fue la directora. Y como hasta los grandes amigos, que se admiran y se respetan, tienen malos momentos, nosotros también tuvimos uno que supimos desterrar con el paso del tiempo y el olvido. Probablemente, si no hubiera conocido a Pepe Martínez mi trayectoria profesional habría sido distinta. Él influyó en mí y para bien. Por ello, le estaré eternamente agradecido. Se lleva a la tumba infinidad de historias porque también era un tipo discreto de los que verdaderamente valen más por lo que callan. Hasta siempre, amigo mío.