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Madrid se vuelca con la edición más sostenible de La Noche en Blanco

La quinta edición de La Noche en Blanco será recordada por la gran acogida de la sociedad madrileña, que salió a la calle para celebrar una velada con la cultura y el arte del reciclaje como protagonistas.

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La quinta edición de La Noche en Blanco será recordada por la gran acogida de la sociedad madrileña, que salió a la calle para celebrar una velada con la cultura y el arte del reciclaje como protagonistas.

Con el tráfico cortado en la centenaria Gran Vía, el Paseo de la Castellana y Recoletos comenzó una de las celebraciones marcada con letras mayúsculas en el calendario de la ciudad.

El transporte público era la única opción para acercarse al centro de Madrid, un servicio que dejó de funcionar a su hora habitual.

Quizás por eso las bicicletas, patines, triciclos e incluso tándems se convirtieron en la mejor manera de moverse por las amplias avenidas del centro, que habían sido ocupadas por miles de personas.

A las 23.30 horas de la noche el Samur-Protección Civil cifraba la cifra de asistentes a los distintos actos programados en 717.000 personas, concentrándose sobre todo en el eje Prado - Recoletos (147.000), Gran Vía (90.000), en el Templo de Debod (24.000) y en la Plaza del 2 de Mayo (16.000).

Atardeceres en Madrid fue la primera actividad propuesta por Basurama, comisario invitado de La Noche en Blanco, un colectivo que ha asumido la crisis y el recorte del presupuesto público como una oportunidad para aumentar la originalidad y la participación del evento.

El juego ha sido el protagonista en las abarrotadas calles y plazas de Madrid, en las que el viandante curioseaba y se detenía a descubrir instalaciones como Isla ciudad en la Plaza de la Cebada o la utópica arquitectura efímera de Gran Vía / Gran obra.

Uno de los pocos incidentes registrados sucedió precisamente en uno de los toboganes de la Gran Vía. Y es que una mujer se fracturó una pierna cuando se deslizaba por una de las rampas, un accidente que obligó a clausurar esta atracción.

Como es habitual en La Noche en Blanco existían cientos de recorridos posibles, aunque sólo algunos podrían ser calificados como imprescindibles.

Una de las paradas obligatorias era la visita a la Real Academia Española (RAE), una institución que abrió, por primera vez, sus puertas a un público que comenzó a hacer cola cuatro horas antes de la apertura, programada a las 21.00 horas.

Anima di Corda, una formación clásica integrada por tres violines y un chelo, interpretó obras de Merula, Haendel y Purcell para regocijo de los visitantes, que recorrían distintas estancias del edificio como el Salón de Plenos o la biblioteca.

Muy cerca de allí, en el Real Jardín Botánico, la Agencia Efe celebró su incursión en el programa de La Noche en Blanco con la exposición “Imágenes de un Siglo en España: una mirada a la historia y la vida cotidiana”.

El jazz que llegaba desde CaixaForum, situado en la otra acera del Paseo de Recoletos, amenizó la espera del público interesado en conocer las cien joyas del archivo fotográfico de Efe.

La sucesión de las instantáneas seleccionadas en la exposición fotográfica resumen cien años de historia en imágenes: desde la primera, un retrato de un soldado antes de partir a Cuba en 1986, hasta la última, tomada en un Haití en ruinas tras el terremoto del pasado 12 de enero.

El Ateneo de Madrid programó dos sesiones, a las 21.00 y a las 22.00 horas, del espectáculo “la vida es un juego, la vida es un baile”, una obra de teatro interactiva encabezada por la compañía La Cacharrería y el coro Lux Aeterna.

Además la oficina en España del Parlamento y la Comisión Europea celebró La Noche en Blanco con danza aérea, proyecciones audiovisuales y música en directo.

La fachada fue por la Compañía que presentó su espectáculo Piedra libre con la colaboración del violinista libanés Ara Malikian, quien tocó a más de 35 metros de altitud.

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