María Carrasco, la que fuera niña prodigio de la tele, es hoy una artista consolidada y una mujer con los pies en el suelo y con la cabeza en el mundo que le ha tocado vivir.
Hija de hosteleros, da gusto con el cariño y la sensibilidad que muestra hacia los trabajadores, para los que exige un sueldo acorde a su sacrificado oficio.
Al problema de la falta de mano de obra en la restauración le ve fácil solución "pagarles generosamente y en justicia".
Además, comimos muy bien en uno de los locales de moda de su Jerez natal.