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Querida taberna

Huelva choquera y tabernera (I)

A finales del año 2021 Editorial Niebla publicó este libro en el que se recuperan retazos de nuestra vida cotidiana, homenaje a nuestros mayores y a un vivir...

Publicado: 18/04/2024 ·
11:45
· Actualizado: 18/04/2024 · 11:47
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Autor

Andi Koetxea

He publicado los libros “Huelva choquera y tabernera” (2021) y “Sevilla, la ilustre taberna” (2023), "Huelva choquera y tabernera II volumen" (2024) y "El Rompido 77. Los niños salvajes" (2024). Los bares y las tascas son la excusa perfecta para sumergirme en la antropología de la vida cotidiana

Querida taberna

Cerca del mostrador de bares y tabernas pasan cosas, y algunas muy curiosas. Este blog atrapa al vuelo esos sucedidos para que caigan en buenas manos

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A finales del año 2021 Editorial Niebla publicó este libro en el que se recuperan retazos de nuestra vida cotidiana. Un homenaje a nuestros mayores y a un vivir más cercano y entrañable. Aquí van algunos párrafos que ejemplifican el espíritu del libro.

1.900 razones para seguir queriéndote.

Entra una mujer y pide su gomita de ese día. Es una mujer con una voz infantil. Hace tiempo (y eso nos lo dice la bolsa, cuando vemos que ya está en las últimas) dejó en el bar unas chuches, que le habían regalado, a recaudo de Antonio. Para que cada día le entregue una, porque si no, dice ella, se las iba a comer de golpe. Y cada día Antonio le da una gomita a esa mujer. Y un vaso de agua. Ella tiene una discapacidad intelectual y él cumple con el ritual, me mira y añade, con una sonrisa llana, que es una clienta que no consume.

ASTORIA, terraza calle Marina, años 60.

BAR ASTORIA, la fuerza de un apretón de manos

Oti me retrata en unas pinceladas la inteligencia práctica para sobrevivir en una coctelera repleta de contrastes: “el que está detrás de un bar tiene que ser de todos los partidos políticos, y de todos los equipos de fútbol… porque si no, malo. Mire usté, yo no he visto un partido de fútbol en mi vida, no entiendo de fútbol, bueno, pues yo hablaba allí de fútbol como un entendido. Que uno era del Madrid, pues del Madrid. Me quedaba con lo que hablaban y cuando me preguntaban pues le soltaba lo que yo ya había escuchado de otro madridista, ave, ¿qué iba a hacer?… y cuando había elecciones municipales allí paraban mucho. Pues cuando paraba el del PSOE y yo le atendía qué le pongo al futuro alcalde… claro, qué le voy a decir.

Llegaba el Rodri qué le pongo al futuro alcalde… y pa mí eran todos alcaldes. Pero no me metía absolutamente en nada. Hay que tener mucha mano izquierda, y eso me lo ha enseñao mi padre”.

BAR CAMARÓN a partirme la camisa

Cuando entro en el bar Camarón las fichas del dominó siguen sonando de fondo. Y Faustino refunfuña porque la vida no le ha tratado demasiado bien. Ahora gasta 67 años y relata con amargura sus desavenencias conyugales, que no ve desde hace ni sabe a sus tres hijos… terreno en el que no profundizo.

Me hace de cicerón de su bar, mostrando sus homenajes al cantaor de la Isla de San Fernando, a Paco Toronjo… y me señala a un cliente bastante perjudicado que canta por fandangos al estilo del alosnero universal. Otro cliente disiente: “canta menos que un grillo con las alas mojás”.

Ahora este bar del Nuevo Molino, mirando a la avenida y a los coches que van a la playa o a pescar, se alimenta de clientela de barrio, jubilados y obreros. Mujeres no se ven muchas, o sea, ninguna. Paran mucho los que compran cebos vivos en las tiendas de alrededor, antes de situarse a lo largo del puente sifón de Santa Eulalia.

Un bar que proclama la pasión de su dueño y que tiene un cierto aire tristón. Será la hora. Seguro que es demasiado temprano para quien vivió las noches inacabables de los cantes flamencos.

Casa Paco.

CASA PACO. En el hervidero de Antonio Delgado (in memoriam).

Paco recupera de la memoria haber estado en el bar desde muy chico. Le ponían una caja de cerveza para que se aupara y pudiera preparar cafés, porque no alcanzaba. Poco a poco empezaron a montar una pequeña cocina para dar salida a las mejores tapas típicas de la Huelva choquera.

Y las mujeres ya sí entraban, y se pedían una copita de ginebra para la barriga o un aguardiente de hierbas.

La clientela con los partidos del Recre era marcadamente futbolera. No podemos olvidar que el Estadio Colombino estaba al ladito y la onda expansiva de los días de partido era imparable.

En el mismo Casa Paco ponían en la ventana, que daba al exterior, una taquilla oficial club y venían los vendedores para despachar las entradas del fútbol. Y, claro, aquello se convertía en una trapisonda de personas, de animadas conversaciones... Él remarca que es muy recreativista, pero al mismo tiempo muy madridista: “era socio del recre, y también del Madrid y - se ríe- me daban por tos laos”.

CENTRAL café, calle Duque de la Victoria, años 50.

CAFÉ CENTRAL. En el camino de todo.

En 1913 su bisabuelo Manuel Martínez Leiva, llegado desde El Puerto de Santa María, funda esta casa. Tenía a su cargo 17 camareros para unas puertas que no se cerraban en las 24 horas del día y de la noche. La zona era un hervidero de personas y la actividad no podía parar. Aquí se situaban la lonja de la fruta y la del pescado y eso explica mucho de ese tráfago constante.

Era un tiempo de penurias, en una pequeña ciudad de provincias de no más de 30000 habitantes, donde los trabajadores no tenían Seguridad Social y vivían de las propinas. En 1919 se crea el Retiro Obrero, que constituyó el primer sistema de jubilación pública de España de carácter ya obligatorio.

Muchos negocios no pueden soportar estas nuevas obligaciones y tuvieron que cerrar sus puertas. Ahí podemos apuntar al Nuevo Mundo o a La Perla.

En el período convulso de la Guerra Civil es importante el abastecimiento que reciben de los mochileros estraperlistas que traen escondido en su cuerpo el café desde Portugal. En la calle Barcelona tenía el bisabuelo un local alquilado para preparar el producto.

 

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