El otro día me acordé de él. Resulta que yo también escribo. Me publicaron un artículo en una edición digital de un periódico de tirada nacional, en el que los lectores pueden hacer comentarios a lo que leen. Estaba clarísimo que mi artículo llevaba una carga de ironía de aúpa, era obvio. Pues qué sorpresa me llevé al leer los comentarios de los lectores. No habían entendido nada. Menos mal que cuando volví a abrir la página web al día siguiente un lector había hecho un comentario en el sentido de llamar la atención a los demás por no haber entendido el claro tono irónico de mi artículo. Me dije “vaya, por fin uno entre tantos”.
No se preocupe, señor Marías, creo que la profesión de columnista no se acabará nunca, como usted predecía, porque hasta los que no entienden (me temo que son las generaciones de la Enseñanza Secundaria Obligatoria) tienen la necesidad de leer, aunque no entiendan nada y sólo sea para protestar por lo que han leído y no han entendido.
Suscribo todo lo que usted decía. Reciba mi solidaridad, mi admiración y mi apoyo. Y no deje de escribir nunca, ya sea en el periódico o en un blog, como hacemos los demás.