Agustín Madero, uno de los biólogos imputados por una presunta red de expolio de rapaces que ahora el juez no aprecia, ha dicho hoy que la causa ha motivado en el 2012 la muerte en el nido de 27 pollos de águila imperial, en peligro de extinción, con un aumento de la mortalidad del 400 por ciento.
Madero se encuentra entre los doce científicos, cetreros y aficionados imputados desde comienzos del 2011 por una presunta red de tráfico de aves, aunque ahora el juez de instrucción 1 de Sanlúcar la Mayor (Sevilla) ha determinado que no existe la "organización ilícita" que les imputó la Guardia Civil, pues no se ha demostrado relación entre ellos ni estructura jerárquica o disciplina, y ni siquiera "si se conocen".
Por ello, ha decidido inhibirse a favor de diez juzgados de toda España que hicieron las entradas y registros en los domicilios de los imputados a petición de la Guardia Civil dentro de la llamada Operación Horus.
Madero, jefe de Geodiversidad y Biodiversidad en la Delegación de la Consejería de Medio Ambiente de Jaén, ha declarado a Efe que "la existencia de una red de tráfico de especies amenazadas es algo que se descartó hace un año".
Además, los tres científicos que fueron "detenidos, imputados y pinchados sus teléfonos durante meses" eran "funcionarios y trabajadores del programa de actuaciones para la conservación del águila imperial ibérica, que estaban realizando encargos de la Consejería de Medio Ambiente, con autorización específica del director general de Gestión del Medio Natural".
El equipo realizaba salvamento de pollos de águila imperial que devolvía a la naturaleza con técnicas de "hacking" para reforzamiento de las poblaciones de águila imperial en el Área de Conservación de Doñana y en la reintroducción de la especie en Cádiz, ha explicado.
En virtud de dicho programa, entre el 2002 y el 2011 fueron 103 los pollos que pasaron por el centro de cría de San Jerónimo de Sevilla, cuyo director es uno de los imputados.
Afirma Madero que "el éxito en la reintroducción de la especie en Cádiz" ha llevado a la Raptor Research Fundation, organización que agrupa a los principales científicos del mundo dedicados al estudio y conservación de las rapaces, a proponer el premio "Tom Cade" para dicho proyecto.
"Mientras tanto, en España estamos siendo investigados desde hace dieciocho meses por delitos inexistentes", se ha lamentado.
La mortalidad de pollos de esa especie en nido es del 18 al 30 por ciento, por lo que las actuaciones consistían en retirar los pollos pequeños antes de que su hermano lo matara por cainismo debido a la falta de alimentación, por problemas de parasitismo o para proyectos de reintroducción.
De esta manera, se rescataban entre 14 y 16 pollos al año que después eran devueltos al medio natural.
Según Madero, como consecuencia de la "inseguridad jurídica creada por la intervención de la Guardia Civil y la instrucción del juez", los funcionarios de Medio Ambiente han dejado de salvar a los pollos de águila imperial por temor a ser tratados "de igual manera que los responsables" del proyecto.
Por ello, en el año 2012 han muerto en el nido, según datos de la Consejería de Agricultura, al menos 27 pollos de águila imperial ibérica, una especie en peligro crítico de extinción, lo que equivale a un aumento de la mortalidad del 400 por ciento respecto a los años anteriores.
Ello supone aproximadamente "más de un 26 por ciento de los pollos nacidos", por lo que Madero lo considera "una manera cruel de demostrar que nuestro trabajo estaba bien encaminado y era efectivo".