Ya pasó el veinte aniversario de la Exposición Universal y es hora de mirar adelante. No vale lamentarse de los fracasos por lo no celebrado en estos seis meses. Sevilla es una ciudad que debe comenzar a consolidar su papel en la red de ciudades importantes, no por grandes eventos que tiran de ella a impulsos, sino por una puesta en valor día a día de su marca y de sus potencialidades. Tenemos que dar un paso al frente y mirar, si es en clave Expo, al 2017, donde serán las bodas de plata del evento que puso a Andalucía y su capital en el mundo moderno. Y eso no debe ser un evento sólo ese año, sino que desde ya, como pretende la Asociación para el Legado de la Expo, ir programando un largo camino de actividades que nos permitan continuar el orgullo del día después.
Sevilla dispone de un gran argumento que debe “tomar” la opinión pública de sus ciudadanos. Y ese argumento se llama Cartuja 93. El parque tecnológico, que preside Isaías Pérez Saldaña, recibe cada día a dieciséis mil personas para trabajar. Mas del 50 por ciento doctores y licenciados. Supone el 10 por ciento del producto interior bruto de la capital. Esa es nuestra Expo diaria.
El Gobierno municipal, el autonómico y también el nacional deben diseñar una operación en todos los ámbitos encaminada a prestigiar ese legado diario de la Exposición Universal. Cartuja 93 es el primer parque tecnológico de España en muchos aspectos. Su tecnoincubadora aloja proyectos pioneros y en el terreno que algunos creen aún que está lleno de jaramagos hay empresas sevillanas como Ayesa que son un referente internacional. No podemos permitir que la ciudad viva de espaldas a esa realidad empresarial. Hoy por hoy Sevilla vive de espaldas a su parque tecnológico, el único por cierto de este país que se encuentra enclavado en territorio urbano, a unos minutos caminando del rico y valorado centro histórico monumental.
Y ya que me refiero a monumentalidad también es momento de recordar la monumentalidad de la Torre Cajasol. Este gran edificio, cuestionado por el Gobierno actual en la oposición y defendido al tomar el poder, es un polo de desarrollo en la parte sur de la Cartuja, pero también va a suponer un problema grave de movilidad. Mas de tres mil vehículos se espera que puedan devorar sus instalaciones y, de momento, sólo hay un puente para tragar ese tráfico, el del Cristo del Cachorro, que ya a todas luces es más que pequeño.
Los problemas del tráfico
La futura ampliación de Cartuja 93 y la terminación de la Torre Cajasol tienen en el inmediato de sus prioridades la solución para el problema del tráfico. Poner en funcionamiento este nuevo edificio sin adecuar los accesos puede convertirse en un gran problema para todo el entorno y, por tanto, para el propio Cartuja 93.
Se ha perdido una oportunidad con motivo del 20 aniversario de la Expo, pero agua pasada no mueve molino y ahora toca mirar al frente y poner en valor esa tecnópolis. Sevilla es el único caso de Exposición Universal en la historia que ha tenido una exitosa reutilización de su recinto. Y de eso ya va siendo hora de que los ciudadanos de los distritos de la ciudad se enteren y puedan presumir.
Hace poco le oí al compañero Juan Luis Pavón decir que habría que hace una Expo Sevilla 2012 para que los sevillanos visitaran los pabellones de las empresas allí instaladas. Y no es mala idea. El propio periodista indicaba la cantidad de sevillanos que aún no conocen el Teatro Central, uno de los mejores espacios de España en programación de artes escénicas.
Lo reitero, ya se pasó el 20 aniversario, pero Cartuja 93 y su Círculo de Empresarios tienen el reto de hacer una reivindicación a la ciudad de su parque tecnológico. Y las administraciones no deben mirar para otro lado. Sevilla no puede seguir viviendo de espaldas a Cartuja 93.
Muelle Nueva York
Y si de vivir de espaldas hablamos, ¿dónde dejamos el río? Esta semana se ha inaugurado la remodelación del Muelle de Nueva York, dentro de los proyectos del Plan Turístico de Sevilla impulsado por la Junta de Andalucía en su día. Es una buena actuación pero de nada sirve una ribera urbanísticamente bien ejecutada si no conseguimos programar actividades y convertirla además de en una zona de paseo en una zona de ocio para los ciudadanos y ciudadanas de la capital.
El modelo de recuperación de las márgenes del río es la ciudad de París, pero nuestra ciudad, a pesar de las muchas inversiones, sigue teniendo las orillas del Guadalquivir como un asunto tabú y sin solución.
Los grandes espacios que se abren con estas rehabilitaciones deben dar lugar a una serie de actividades lúdicas que inviten a ocuparlos. Un ejemplo de éxito es el Parque del Alamillo. Cuando se inauguró se veía como un espacio verde inmenso y ciertamente lejano de algún núcleo de población. Una excelente gestión en la programación de actividades y una adecuada conservación de sus instalaciones ha llevado a este espacio público verde a ser un modelo de gestión para otros parques y para otras ciudades.
¿Porqué no podemos hacer con las orillas de nuestro río algo similar? Igual que ocurre con Cartuja 93, la ciudad vive de espaldas a él. Turísticamente sería conveniente que fuéramos no sólo puerto de entrada de grandes cruceros, sino también de salida, por cuanto supone de generación de riqueza en el sector del turismo.
Tras el Muelle de Nueva York hay el proyecto, también de la Junta de Andalucía y en colaboración con el Ayuntamiento, de adecentar los bajos del Paseo Marqués del Contadero. Es una gran oportunidad también para el despegue de las márgenes. Pero para ello no sólo basta con intervenciones urbanísticas, sino con la programación de una oferta de ocio adecuada que invite a visitar los lugares.