El tiempo en: Chipiona
Publicidad Ai

Deportes

Simple mediocridad (1-2)

Ni cara ‘A’, ni cara ‘B’..., este equipo no es más que lo que hay y que lo que viene demostrando en una compleja y mediocre temporada

Publicidad Ai
Publicidad Ai
Publicidad Ai
Cargando el reproductor....
', image: '', autostart: true, controls: true });

Ni caras dispares, ni mala suerte.La realidad dicta que con Cala, Babá, Maduro... más los inocentes Rabello y Álex Rubio, no se muestra más que el nivel del plantel.


Sorprendió y mucho el once que Míchel colocó de inicio frente a los pucelanos. Sorpresa por un único nombre propio, el de Diego López .El ex del Villarreal regresó al equipo titular en Liga tras aquel choque ya lejos en el tiempo ante el Granada en el último fin de semana de agosto. Palop, al banquillo.


Tras el respetuoso ‘minuto’ de silencio por el alma del ex presidente del Sevilla Gabriel Rojas comenzaba un choque que en su inicio pintaba muy pero que muy mal. Minuto 1 y el Valladolid vio puerta. Gran jugada por la izquierda de Omar en una prematura contra, que pasó por las botas del  cualificado Óscar, el cual puso de gol con un pase en profundidad a Ebert que no perdonó cara a cara frente a Diego López. No podía empezar peor la noche para Míchel, y para Del Nido. Las cosas de ir perdiendo...


Y no había hecho más que comenzar. Minuto 11, el Pucela apretando y asediando a los nervionenses, y en una de esas llegadas, un disparo de Ebert rebotó en la zaga sevillista y la fortuna favoreció a Óscar, que le cayó la pelota para plantarse a solas con Diego López. Apunto estuvo de pararla, pero el gol llegó y los pitos también. Y pudo llegar el tercero si el meta rojiblanco no detiene el enésimo mano a mano, en esta ocasión a Manucho. Menudo papelón de once hombres desbordados a cada jugada vallisoletana. La dupla Botía-Cala, para mirárselo.


Para el primer acercamiento sevillista hubo que aguardar hasta el 21’ y, ciertamente, pudo recortar distancias Babá de cabeza en una falta lanzada por Reyes, pero el testarazo se marchó lamiendo el palo izquierdo de Dani  Hernández. Pero muy poco merecía este equipo, visto lo visto hasta el momento.


Y nueva sorpresa táctica en el minuto 27. Míchel sentó a Cicinho para apostar por algo que pocas veces ha hecho, la cantera. Al campo, el debutante Rabello. El madrileño sentía que el choque se le iba.


Pero el chileno revolucionó la contienda. La tuvo en el 32’ a pase de Navas. Su duro chut se estrelló en el palo del meta pucelano. Ahora sí, los locales merecían algo más. Hasta que al borde del 45 la tuvo Manucho, a punto de sentenciar el encuentro. Al descanso, pitos y gracias.


Música de viento para recibir al equipo de Míchel cuando regresaban de vestuarios, la mismo que pronto se transformó en vítores y ánimos porque en el minuto 4 acortaría distancias. Saque de esquina de Reyes que remató al fondo de las redes Manucho en propia puerta. Giro de tuerca a la película de terror. Los arreones sevillistas eran patentes y en una de esas parecía que pudiera llegar la igualada. Una tras otra en el asedio al área del Valladolid. En momentos como estos se echa de menos más que nunca a Negredo. Pero, en el 62’ otro bofetón. Doble amarilla, rigurosa, a Medel, y el Sevilla se quedó con diez. Momento, únicamente, en el que apareció el corazón y la casta. Al menos luchó, pero no es excusa. Además, Ebert perdonó, solo, en el 75’. Aún así, a nada se quedó del empate en un cabezazo de Botía desde el área pequeña. Mala fortuna al final, en un partido que poco más ofreció y donde se expusó la reaidad de este conjunto. Mediocridad, sin más.

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN