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Torremolinos

Torremolinos: calles de poetas y escritores

TORREMOLINOS no es sólo turismo, fiesta, deportes, playa y sol. Es también arte, cultura, crisol de civilizaciones. En estas crónicas, Jesús Antonio San Martín, desarrolla lo más representativo del ayer y el hoy de Torremolinos.

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  • Juan Boscán introdujo en España el soneto y la octava real, entre otros versos
  • ?El Cortesano?, traducido por Boscán, fue la mejor obra en prosa de su tiempo
En la parte posterior del Centro Cultural Pablo Ruiz Picasso encontramos la calle que Torremolinos dedica al poeta del Renacimiento, Juan Boscán. Anteriormente denominada de Buenavista, la calle se ubica entre las de Murillo Bracho y Campillos. Según el humanista santanderino Marcelino Menéndez y Pelayo, a Boscán se le debe la introducción en España del verso endecasílabo y la estrofa italiana, entre los que figuran el soneto, la octava real, la canción en estancias y el terceto encadenado. Este arte innovador le fue sugerido a Boscán por su amigo el embajador veneciano Andrea Navagiero durante un paseo por los jardines del Generalife, en Granada. El poeta catalán inculcó el sistema de la nueva métrica en sus también amigos los poetas Garcilaso de la Vega y Diego Hurtado de Mendoza, que enriquecieron con sus inspiradas creaciones la lírica española.
Hijo de acomodada familia de letrados y mercaderes, Juan Boscán y Almogaver nació en Barcelona entre los años 1487 y 1492, en tiempos de los Reyes Católicos, en cuya Corte llegó a prestar servicios. También sirvió en la corte del emperador Carlos V, donde entabló amistad con Garcilaso de la Vega y Diego Hurtado. Después de abandonar la corte en 1539, contrajo matrimonio con Ana Girón de Rebolledo y destinó su casa a centro de tertulia literaria.
Además de a la poesía, Boscán se dedicó a traducir obras de otros autores. Su más destacada traducción es la de "El Cortesano", del humanista italiano Baldassare Castiglione, considerada en los tiempos de Carlos V como uno de los mejores exponentes de la prosa castellana, tanto que Menéndez y Pelayo dijo de "El Cortesano" de Boscán que fue el mejor libro en prosa escrito en España en aquel tiempo. Otro ejemplo del dominio del castellano de Boscán es la "Epístola a Mendoza", que, como en el caso de la nueva métrica, introduce en España el modelo de carta moralista poética, a imitación de las obras de Horacio.
Boscán preparó una edición especial de sus propias obras junto con las de Garcilaso de la Vega, que aparecerían conjuntamente en un solo tomo. La muerte de Boscán en 1542, acaecida en Perpiñán, truncó el proyecto; pero su viuda logró lanzar la edición en 1543, bajo el título de "Las obras de Boscán con algunas de Garcilaso de la Vega".
Entre los poemas de Juan Boscán cabe destacar en primer lugar el titulado "Hero y Leandro", que aborda temas de la mitología clásica, escrito en endecasílabos blancos. Las poesías más populares nacidas de su pluma son las tituladas "A la tristeza", "El ruiseñor que pierde sus hijuelos" y "Qué haré, que por quereros…" (de su Canción V).
Pero Boscán destaca más por sus versos endecasílabos, con los que formó gran número de sonetos. Entre ellos se citan los siguientes, que comienzan por su primer verso: "Amor es bueno en sí naturalmente", "Cargado voy de mí doquier que ando", "Como aquel que en soñar gusto recibe", "Dulce soñar y dulce congojarme", "Garcilaso, que al bien siempre aspiraste", "Gran tiempo fui de males tan dañado", "Ha tanto ya que mi desdicha dura", "Nunca de amor estuve tan contento", "Quien dice que la ausencia causa olvido", "Si el corazón de un verdadero amante", "Soy como aquel que vive en el desierto" y "Un nuevo amor de nuevo bien me ha dado".
Tan importante es la obra de Juan Boscán, que en 1949 el Instituto de Estudios Hispánicos de Barcelona creó el "Premio Boscán de Poesía", uno de los más destacados en su tiempo. En 1968 el Instituto pasó a denominarse "Instituto Catalán de Cultura Hispánica" y posteriormente, en 1979, "Instituto Catalán de Cooperación Iberoamericana". Tuvo el Premio Boscán una esplendorosa primera época durante la cual contribuyó al lanzamiento de autores, hoy renombrados, como:
Alfonso Costafreda, ganador de la primera edición del Premio con su obra "Nuestra elegía"; Blas de Otero, ganador en 1950 con "Redoble de conciencia"; José Agustín Goytisolo, ganador en 1956 con "Salmos al viento"; Jose Manuel Caballero Bonald, ganador en 1958 con "Las horas muertas"; Carlos Sahagún, ganador en 1960 con "Como si hubiera muerto un niño"; Eduardo Zepeda Enriquez, ganador en 1962 con "A mano alzada"; Carlos Murciano, ganador en 1966 con "Libro de epitafios"; Rafael Guillén, ganador en 1968 con "Gesto segundo"; José García Nieto, ganador en 1973 con "Súplica por la paz y otros collages"; Jose Luis Alegre Cudós, ganador en 1975 con "Primera invitación a la vida"; Francisco Toledano, ganador en 1977 con "Allí estuvo el espejismo", y Joaquín Márquez, ganador en 1978 con "Solo de caracola para un amor lejano". La de 1978 fue la última edición del prestigioso Premio Boscán.
Como colofón se hace obligatorio recordar los versos iniciales del poema "A la tristeza", obra genial de Juan Boscán y Almogaver, el innovador poeta catalán que se ha hecho nuestro en Torremolinos, donde ha quedado inmortalizado en la calle que lleva su nombre: "Tristeza, pues yo soy tuyo, / tú no dejes de ser mía, / mira bien que me destruyo / solo en ver que la alegría / presume de hacerme suyo".

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