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Arcos

Maestro para toda la vida

Antonio Carmona García. Maestro recién jubilado

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  • Antonio Carmona siempre llevará por dentro su profesión de maestro. -

El pasado 21 de diciembre ponía fin a su vida profesional, aunque en realidad “uno es maestro toda la vida”. Es Antonio Carmona García, un profesor que se jubila en el colegio El Santiscal, a cuya fundación asistió como un espectador privilegiado. Corría el año 1990. Entonces el centro era una extensión del colegio rural Poeta Julio Mariscal..


Antonio nació en Posadas (Córdoba) el 23 de abril de 1952. Su padre, de profesión ferroviario, trasladó a toda la familia a la capital cordobesa. Entonces era un niño con inquietudes por convertirse en maestro, lo cual consumó en la Escuela de Magisterio de Córdoba.  En 1976 llegó a la provincia de Cádiz después de haber desfilado por varios pequeños pueblos de su provincia natal. Fue por aquel entonces cuando conoció a su esposa, nacida en Prado del Rey y actualmente miembro del Equipo de Orientación Educativa (EOE). De su destino gaditano recuerda con especial cariño los dos años en que permaneció en Algar, de donde pasaría al colegio San Miguel de Arcos. Al no tener vacante en este centro, fue destinado provisionalmente al CEIP El Santiscal, donde compartió trabajo con apenas tres o cuatro compañeros que eran los únicos docentes del colegio, que disponía en aquella época de unos 60 alumnos.


Con el crecimiento de la barriada El Santiscal el colegio se hizo grande, hasta convertirse en uno de los más importantes de la ciudad. Durante esos diez años, Antonio se ha sentido realmente bien por el ambiente en que ha discurrido su trabajo como maestro, por los compañeros con los que ha compartido su tiempo y, sobre todo, por el inmenso cariño que toda  la comunidad educativa le ha profesado . De ello fui testigo en el momento de realizar esta entrevista, pues varios niños y jóvenes que se nos cruzaron por el camino tuvieron un afectuoso saludo con él...
En el CEIP El Santiscal ha ocupado cargos como el de jefe de estudios, pero también ha desempeñando cuantas tareas le requirieron en los primeros tiempos del colegio, que como todo en la vida no fueron fáciles. Su gran satisfacción -explica- es el reconocimiento que le ha demostrado toda la comunidad educativa, de lo cual dejó constancia en sus palabras de despedida que pronunció el día 21 de diciembre.


Al ser vecino de El Santiscal, su implicación con la educación de los niños y chavales del barrio ha sido, si cabe, mayor. Sonriendo explica que ha ofrecido tutorías en el supermercado, en la cafetería o en el quiosco, a cuantos padres le han requerido para alguna consulta. 


Desde que se hizo maestro en 1972 ha vivido los numerosos cambios en el sistema educativo español, pero siempre ha sabido diferenciar lo bueno y lo malo de cada uno, aunque entiende que la autoridad y el respeto deben presidir la función del maestro, tan denostada en estos tiempos. Antonio entiende que el magisterio de antes tenía algo de artesanal, mientras que ahora el trabajo se ha tecnificado con tanto centro bilingüe, centros TIC, etc. Como también piensa que en estos tiempos el alumno está sometido a, tal vez, demasiados estímulos que acaban por disminuir su rendimiento académico, que considera, por otra parte, lo esencial en el proceso educativo de cualquier persona.


Aunque la escuela se adapte a los tiempos, considera que la infancia debe tener su espacio para el juego sin los agobios a los que en ocasiones las familias someten a sus hijos, con clases extras, actividades complementarias, etc. En este sentido, es de la opinión de que, ante el agobio, lo primero es priorizar lo realmente importante.No obstante, ahora echa en falta que los padres dialoguen más con sus hijos acerca de sus estudios y de sus problemas, y que juntos planeen una agenda que haga que compartan su tiempo libre de forma consensuada.
Aunque se jubile con tan sólo 60 años, su experiencia en El Santiscal al lado de profesores por norma general bastante más jóvenes que él, ha sido muy positiva, porque esa mezcla de juventud y veteranía le ha sentado muy bien en el desarrollo de su trabajo, siempre intentando aprender de los demás.


Junto a la satisfacción de sentirse querido por incluso aquellos que no fueron sus alumnos, sabe que “el magisterio no es una profesión, sino un ejercicio de servicio a la sociedad”, y que se es maestro hasta el final de los días... También sabe que dentro de sus posibles errores, su trabajo se ha visto reflejado en varias generaciones de arcenses, muchos de ellos bien preparados para el futuro gracias en gran parte a sus enseñanzas.


Aunque tenga por delante todo el tiempo del mundo para disfrutar de su jubilación con sus grandes paseos por El Santiscal, sus guisos caseros, su pequeño huerto y sus dos hijos felizmente licenciados, se ha brindado a asesorar y seguir colaborando con el centro educativo donde ha permanecido diez años. Una especie de emérito sin remuneración que todavía puede aportar mucho a la sociedad. Su director y compañeros lo saben...

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