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El Barça necesita de un renqueante Messi para pasar

El FC Barcelona ha conseguido el pase a las semifinales de la Liga de Campeones con un empate sufrido contra el Paris Saint-Germain (1-1) que hizo bueno el 2-2 de la ida

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El Barcelona sufrió más de lo esperado para clasificarse por sexta vez consecutiva para las semifinales de la Liga de Campeones, e incluso necesitó de un renqueante Messi para igualar el tanto logrado por Pastore al inicio de la segunda mitad y eliminar a un gran PSG que hizo méritos suficientes para pasar.

Vilanova acabó con las especulaciones una hora antes del inicio del encuentro: Messi empezaría en el banquillo y Adriano sería la pareja de Piqué en el eje de la zaga. Lo que no imaginaba el técnico azulgrana es que la eliminatoria se pondría tan fea y al final tendría que echar mano del crack de Rosario.

El choque empezó bien para el Barça. Sin embargo, la falta de Xavi, una jugada de Pedro por la izquierda y un tiro alto de Villa fue todo el bagaje ofensivo en la primera mitad de los locales.
Hizo un mal partido el mediocentro azulgrana. Busquets suele ser el termómetro del equipo y no anduvo fino el de Badía, una señal inequívoca de que las cosas no iban bien para los locales.

Con la defensa demasiado echada atrás, las líneas separadas y el equipo partido en dos, el Barcelona perdía el esférico con facilidad y sufría como nunca para controlar las embestidas del PSG.

Con Xavi desaparecido, el Barcelona no tenía el timón y el ritmo del partido lo marcaba el conjunto visitante. Sólo Iniesta, al que le tocaba hacer de Messi, se salvaba, con su repertorio técnico habitual, del descalabro azulgrana.

El 0-0 con el que se llegó al descanso era la mejor noticia para los catalanes tras lo visto en la primera mitad, pero el PSG sólo le dio tregua veinte minutos: los quince del intermedio y los cinco que tardó Pastore en anotar en una contra tras la reanudación.

Faltaba todavía un mundo, el Barça necesitaba un gol y Messi, al que ya no le quedaban uñas en el banquillo, miraba de soslayo a Vilanova esperando a que éste le llamara para calentar.

Cuando la Pulga empezó a correr la banda, el Camp Nou enloqueció, pero en el césped sus compañeros seguían con una pájara tal que ya habían propiciado, con sus pérdidas absurdas, un par de peligrosas contras del rival. En una de ellas, Pastore pudo sentenciar la eliminatoria, pero no acertó en el remate.

Messi salió al rescate de su equipo la última media hora y el Barça, por fin, encerró al PSG. Aun renqueante, dosificando cada uno de sus esfuerzos, echándose la mano al muslo derecho en cada interrupción, el efecto catártico del mejor jugador del mundo fue total.

Una jugada suya en la frontal en la que combinó con Villa acabó con un obús de Pedro que metía al Barcelona de nuevo en la eliminatoria (1-1) a veinte para el final. 

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