Una retrospectiva desconocida desde hacía treinta años sobre el Warhol (1928-1987) retratista que “fabricó” a Marilyn Monroe multiplicada, que casi hizo de La Gioconda una “fotocopia” y que pintó los labios a un Mao poco menos que travestido es la que se ofrecerá en la capital francesa desde el 18 de marzo.
Sólo una vez antes se habían expuesto los retratos de Warhol –el genio de las naturalezas muertas pop– de modo retrospectivo, y fueron los 50 reunidos en el neoyorquino Whitney Museum, en 1979, lo que ahora hace que las 130 obras presentadas en París hasta el 13 de julio convoquen a una cita única.
“Warhol debe su reputación a cómo retrató a la sociedad de consumo”, dijo ayer a la prensa en la presentación de la exposición su comisario, Alain Cueff, para quien “es evidente que, desde su infancia, para él la cuestión central es la posibilidad de representar el rostro humano”.
“Junto con sus famosas botellas de Coca-Cola y las latas de sopa Campbell, que contribuyeron a su fama, en realidad es la representación del rostro humano lo que está en el corazón de la obra de Warhol”, advierten los organizadores.
Al visitante le reciben en el Grand Palais “veinte Marilyns” como la vio el artista en 1962, una Elizabeth Taylor plateada de 1963 y una Red Jackie (Kennedy) de 1964, que preceden al monumental Mao (casi 4,5 metros por 3,5), enfrentado –o reflejado– en el travestido de Ladies and Gentlemen (1975).
Desde que Ethel Scull, la coleccionista neoyorquina, le encargara su retrato, Warhol se lanza, por petición del retratado, a pintar a artistas, coleccionistas, marchantes o amigos.
La muestra ilustra la manera industrial de trabajar del artista, la invención del arte en serie y casi producido de modo masivo en su estudio The Factory, así como sus trabajos serigrafiados sobre tela, acetato y numerosos ejemplos de lo que le dio de sí la cámara instantánea Polaroid.