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Jaén

Elogio del escapismo

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Por más que se empeñaba, entregado en cuerpo y alma, las finanzas se habían convertido en un doloso quebradero de cabeza para su testa cuadrada de unos y ceros, de buenos y malos, de esperanza en un mañana de pies en polvorosa y vía crucis gozoso por los pasillos de Génova y San Fernando en busca de vacuidad orgánica. Dios lo cogerá confesado, en fin, eso está asegurado. José Enrique, en la vuelta de Fitur, niega su marcha inminente,  confirmando pues su ya anodina continuidad en suspense. . .
El pasado lunes, esta sutil hoja, por vez primera, puso en consideración pública la candidatura virtual a la Alcaldía de Javier Márquez, el concejal de Urbanismo, el número tres, el tapado mejor del Reino, en caso de renuncia ‘exprés’ de Fernández de Moya. El desencadenante de lo que luego han visto y leído en la prensa local durante estos siete días. El alcalde rechaza públicamente su anhelo escapista pese a que sea un secreto a voces -su entorno lo filtraba sin tapujos durante los dos últimos meses- que José Luis Sanz contaría con él para la secretaría general, caso de convertirse en el nuevo líder regional del PP. La única salida digna de loa/ola, tal y como está la caja consistorial de caudales, a que podía aspirar, en legítima defensa, el senador de España Fernández de Moya Romero.
Volatilizarse, hasta hacerse eterno, a fin de contribuir a levantar a Jaén desde otras responsabilidades. Como lo vienen haciendo Gabino Puche (chapeau, por cierto, por su nula contribución al fiasco de las ayudas de la PAC a Jaén y Andalucía), Cristóbal Montoro o Elvira Rodríguez, merced a una invisibilidad admirable en cualesquiera de los casos. Anunciar un nuevo destino, irrenunciable, en el preciso instante que empieza el goteo infame, tortuoso, de la amortización del macropréstamo que permitió pagar a los proveedores: 253 millones de euros atragantados en el gaznate de las finanzas municipales que, junto a la deuda viva con los bancos, orillan las expectativas económicas del Ayuntamiento hasta la incapacidad manifiesta.
Los gobernantes actuales del Ayuntamiento de Jaén, hoy, si nos atenemos a los balances de Intervención, están  ya graduados en incapacidades por Real Decreto (Ley 8/2013). Incapacidad mayestática, tocada de birrete y puñetas. Fernández de Moya preside un gobierno maniatado, que no tiene donde caerse muerto, según revela documentación oficial, fechada este mismo mes de enero. Datos frescos, desde luego.


Los dichosos 253 millones de euros que se pagaron en facturas pendientes, a través de créditos avalados por el Gobierno, son solo una parte. En ese mismo capítulo, pago a proveedores, ya se acumularon otros 165 millones de euros. La deuda bancaria asciende a más de 331 millones (casi 40 mill. a corto plazo, 46,5 mill. a largo plazo más los 245 mill. que restan del pago oficial a proveedores) cuando el volumen previsto de ingresos en el presupuesto vigente no supera los 179 millones. Un auténtico despropósito.


De tal guisa pintan el panorama que nadie sabe si el Ministerio de Hacienda permitirá otro cierre de ejercicio de la radiotelevisión municipal, Onda Jaén, como el que tuvo el reciente 31 de diciembre: 234.164€ de pérdidas. ¿Qué plan de futuro le aguarda al regidor de un Ayuntamiento que pidió formalmente a finales de septiembre ahondar en su supeditación a Madrid teniendo ya retenida, de antemano, la mitad de la PIE (Participación en los Impuestos del Estado)? Tesorería acredita que cada mes, así, no quedará más que para satisfacer la nómina de los mil cuatrocientos y pico empleados, dejando sistemáticamente impagadas facturas de proveedores y sin plazo determinado el finiquito de todas las indemnizaciones y despidos pendientes de pago.


Suenan alarmas si, quien lo afirma, además, es el propio concejal de Hacienda, Miguel Contreras. Desconociendo todavía las medidas urgentes requeridas para mejorar la liquidez del Ayuntamiento de Jaén durante 2014, se hace quimérico hacer planes. Salvo que los traslades de latitud. Una alineación de desastres, petardazos y siniestros, en resumidas cuentas, que justifican una puerta de atrás, la de José Enrique, por la que –quién sabe- quizás pudiese salir –así como el que no quiere la cosa- el futuro vicepresidente de un cercano Gobierno andaluz presidido por José Luis Sanz. Entonces, nos tragaríamos todas las maledicencias vertidas. Todo tan condicional. Todo tan idiota.


Permitámosle, por tanto, por lo pronto, a bote tonto,dar un sentido estético/anatómico a su vida en política a través de este número de ilusionismo en el que desaparece, de buenas a primeras, justo antes de quedarse en cueros al frente de una autoridad municipal en la más miserable de las indigencias. Siquiera sea por caridad cristiana.

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