La jefe de la junta militar de Tailandia, Prayuth Chan-ocha, se ha mostrado satisfecho con su gestión al cumplirse hoy un año desde que tomó el poder en un golpe de Estado incruento.
"Estoy satisfecho si lo tenemos que evaluar", aseveró el también jefe del Gobierno, que no obstante reiteró que no tuvo más remedio que tomar el poder ante los graves problemas del país y la negligencia del Gobierno, según el diario "Bangkok Post".
"No estoy orgulloso de estar en esta posición. ¿Por qué tengo que estar aquí? ¿Por qué no resolvisteis vosotros los problemas antes? ¿No fuisteis elegidos?", aseveró Prayuth en una letanía dirigida a administraciones previas.
El Consejo Nacional para la Paz y el Orden (NCPO), nombre oficial de la junta militar, se muestra orgulloso sobre todo por su control férreo de la seguridad, aunque haya sido a costa de decenas de detenciones sin cargos y limitar la libertad de expresión y manifestación.
Los uniformados alegan que tomaron el poder ante la espiral de violencia en las calles por los enfrentamientos políticos y para acabar con la corrupción, antes de celebrar elecciones, previstas para agosto de 2016.
"La situación está mejorando comparado con hace un año; la gente está bastante feliz, la seguridad ha mejorado. La atmósfera callejera no está llena de manifestaciones", indicó a Efe Winthai Suvaree, el portavoz de la junta militar.
El actual Gobierno también presume de haber iniciado ambiciosos proyectos de infraestructuras como la modernización del ferrocarril y de que el turismo haya remontado, pero la inflación está minando la economía doméstica y el endeudamiento familiar preocupa a los economistas.
Organizaciones como Human Right Watch han criticado duramente a las autoridades por las detenciones y enjuiciamiento en tribunales militares de activistas y la pérdida de la libertad de expresión y manifestación, lo que dificulta la reconciliación prometida por los militares.
"NCPO debe relajar su control", titula hoy el editorial del Bangkok Post, el diario en inglés de más tirada en Tailandia.
En el editorial se admite que, tal y como prometió, la junta militar ha traído "estabilidad" y "seguridad" al país, pero advierte de que no tiene más remedio que empezar a aflojar la "supresión" de libertades y permitir el "debate libre" si quiere mantener la paz.
"El NCPO no tiene más remedio literalmente que relajar la supresión. Los dividendos de la paz no van a durar mucho, sobre todo con la caída de la economía y los ciudadanos sintiendo el pellizco. La tolerancia empezará a menguar si continúa la restricción de las libertades del pueblo", se afirma en el artículo.
Los más críticos ven en el golpe militar un nuevo intento de la elite cercana a la monarquía para mantener a raya a la ex primera ministra Yingluck Shinawatra y a su hermano Thaksin, el millonario que vive en el exilio y que de una forma u otra ha condicionado la política nacional en los últimos 14 años.
Tailandia ha vivido 19 intentonas golpista, 12 de ellas con éxito, desde el fin de la monarquía absoluta en 1932.