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Sevilla

La Casa Museo Juan Ramón Jiménez despide a su "voz"

Con un adiós triste y sentido, así despiden en la Casa Museo Zenobia-Juan Ramón Jiménez, en Moguer (Huelva), al que desde 2007 es "su voz", esa que da la bienvenida a los visitantes y los sumerge en la vida del poeta a través de sus propios textos leídos con una exquisitez abrumadora

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Con un adiós triste y sentido, así despiden en la Casa Museo Zenobia-Juan Ramón Jiménez, en Moguer (Huelva), al que desde 2007 es "su voz", esa que da la bienvenida a los visitantes y los sumerge en la vida del poeta a través de sus propios textos leídos con una exquisitez abrumadora.

Hoy desde la Casa Museo, como el mundo del cine en general, se da el último adiós a Carlos Álvarez-Nóvoa, fallecido esta madrugada en Sevilla a los 75 años, sabedores de la vinculación que tenían actor y poeta, aún sin conocerse, sin ser ni siquiera coetáneos, gracias al amor que ambos sentían por la cultura.

"Carlos Álvarez-Novoa era una persona muy entrañable y vinculada a Juan Ramón en la palabra, en la imagen y en el fondo y además, quería mucho a Moguer -localidad natal del Nobel", ha asegurado a Efe el director de la Fundación Zenobia-Juan Ramón Jiménez, Antonio Ramírez Almansa.

Él tuvo la oportunidad de conocerlo personalmente en 2006, precisamente cuando se decidió que fuera el actor el que ilustrara "con su voz" la presentación inicial que a diario se hace a las decenas de visitantes que se acercan por la Casa Museo queriendo conocer cómo era Juan Ramón.

Desde 2007 es la voz de ese actor, que también tuvo la oportunidad de dar vida en la ficción al Nobel "senior" en la película 'La luz con el tiempo dentro' de Antonio Gonzalo, estrenada el pasado mes de marzo, la que trae al presente los textos del propio poeta que sirven de hilo conductor para conocer su trayectoria.

Precisamente en el estreno de la película, que suponía la primera vez que la vida de Juan Ramón Jiménez llegaba al cine, Álvarez Nóvoa destacaba "la trascendencia y hondura" del Nobel moguereño, cuya obra conocía y disfrutaba y con el que logró conectar a través de su propia poesía.

"A través de lo que me hacía sentir su palabra descubrí un hombre hondo, que sufría ante ese ansia de abarcar lo inabarcable y que sentía un inmenso amor hacia esa mujer, Zenobia, que lo dio todo por él", señaló ese día.

Hoy, como hace ya 57 años lo hiciera el poeta moguereño, Carlos Álvarez-Novoa dice adiós al mundo de la Cultura, a la que defendió como industria productiva y frente a quienes "la maltratan" fijando en el punto de sus críticas, sin la más mínima duda, al actual Gobierno.

Hoy se va el actor, pero no su obra, no su imagen ni su voz, que perdurarán en sus trabajos cinematográficos y teatrales y, de una manera particular, en esa casa de la antigua calle Ribera, la de Juan Ramón Jiménez en la actualidad, poniendo voz a un hombre de cultura, como lo era él.

Porque aquí, en este rincón del sur de España, en Moguer, seguirá prestando a diario su voz a un Nobel, a sus textos literarios y, con ello, contribuyendo, a su manera, a dar a conocer a una de las figuras más importantes de la literatura universal.

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