El 17 de febrero de 1836 nacía en Sevilla un niño al que sus padres pusieron por nombre Gustavo Adolfo, y que este miércoles cumplió 180 años, porque los genios no mueren “mientras haya alguien que lea un verso suyo”, y ese alguien, de apellido Bécquer, fue un genio, aunque apreciado después de muerto.
Quién lo define así es Pilar Alcalá, la secretaria de la asociación Con los Bécquer en Sevilla, que ha acuñado frases como “un poema no está terminado hasta que alguien lo lee”, y está empeñada en que la figura de Bécquer y su legado no sólo no se pierda, sino que se mantenga como uno de los grandes poetas que ha dado la historia de los últimos 500 años en lengua española.
Bécquer nació “como nacía la gente antes, en su casa”, una vivienda de la calle Conde de Barajas sevillana (antes Ancha de San Lorenzo), “y curiosamente era miércoles, como hoy (por ayer)”, explica Alcalá mientras atendía a las cámaras de Canal Sur precisamente en la puerta de la vivienda, dentro de un amplio calendario de actos que varias entidades protagonizaron ayer para conmemorar el cumpleaños del poeta, “pero no el poeta de las golondrinas, que Bécquer era más, mucho más”.
En esa casa de Sevilla, igual que en sus alrededores pasó su infancia el poeta, “hasta que con 18 años decidió que tenía que emigrar en busca del éxito que en Sevilla no tenía, y decidió irse a Madrid”.
Esta experta en el poeta señala que la humildad del escritor en aquel momento era tal que usó para irse a la capital de España una “galera acelerada”, que era “el más lento de la época, y a la vez, lógicamente, el más barato”.
Era el otoño de 1954, y el joven Bécquer se separaba de sus padres, el pintor José Domínguez Insausti, que firmaba sus cuadros con el apellido de antepasados como José Domínguez Bécquer y Joaquina Bastida Vargas. Por eso, Gustavo Adolfo como su hermano, el pintor Valeriano Bécquer, adoptaron ese apellido para eterniza su trabajo.
Este miércoles, varios rincones de Sevilla han rendido homenaje al poeta, con una amalgama de actos en los que se han mezclado recitales de poesía acompañado de flamenco, una muestra itinerante de pintura y hasta una tarta a los pies de su monumento en el parque de María Luisa.
Eso sí, fuera de agenda, Pilar Alcalá ha visitado su tumba en el Panteón de Sevillanos Ilustres (en los sótanos de la Facultad de Bellas Artes), un ritual que, eso sí, no tiene fecha en el calendario para ella, sino que suele realizar siempre que su agenda se lo permite.
Un rato después, la Plataforma Ciudadana Por los Parques, los Jardines y el Paisaje de Sevilla se reunía en el Parque de María Luisa, entregando la Rosa de la Sensibilidad al busto del poeta, y realizando un memorial de los parques y jardines de Sevilla y lecturas de las rimas de Bécquer por los asistentes.
Un acto en el que no faltó una tarta “como siempre que se celebra un cumpleaños”, mientras en el Ateneo sevillano se desarrollaba el recital poético-flamenco incluido en el ciclo “Poetas Andaluces y Flamenco” impulsado por el grupo Verso y Compás, en el que se le han rendido hasta ahora homenajes a Lorca o Machado, con la presencia de Calixto Sánchez.
Por su parte, unos quince retratos de Bécquer realizados por otros tantos artistas se pasean ya por distintos escenarios sevillanos, en una muestra organizada por Circuitos de exposiciones itinerantes (CEI) con la colaboración de Paseo de Arte.
Eso en lo que respecta a lo oficial, porque extraoficialmente los homenajes se suceden cada día, vista la legión de seguidores que tiene en todo el mundo un poeta que nunca vio publicadas en vida sus 'Rimas y Leyendas', pero que lleva 180 años pasando sus libros de mano en mano allá donde hay alguien en busca de una rima.