El incendio forestal que ha consumido ya 156.000 hectáreas de bosque boreal en el noroeste de Canadá sigue fuera de control y creciendo, según reconocieron las autoridades, que admitieron su impotencia ante la magnitud del desastre.
El incendio, animado por las inusuales condiciones meteorológicas que experimenta la provincia de Alberta, donde prácticamente no ha llovido en los dos últimos meses y este sábado se esperan temperaturas de hasta 28 grados centígrados, podría alcanzar las 200.000 hectáreas, el doble de la superficie del sábado.
La única buena noticia para las autoridades canadienses es que los vientos están empujando las llamas hacia el noreste de la provincia de Alberta, alejándose de los principales centros poblados de la región.
Las llamas llegaron a la cercanías de instalaciones de extracción de crudo situadas en el norte de Fort McMurray, lo que podría reducir aún más la producción de petróleo, la principal actividad económica de esta región, el corazón del sector petrolífero canadiense.
Los trabajadores de estas instalaciones, de la compañía Syncrude, fueron evacuados "para garantizar la seguridad de nuestro personal y la integridad de las operaciones", informó la empresa.
Chad Morrison, encargado de la prevención de incendios forestales de Alberta, explicó que no espera que las instalaciones petrolíferas sufran daños porque están bien preparadas para resistir y cuentan con sus propios sistemas contra incendios de elevada capacidad.
Durante una rueda de prensa, la primera ministra de Alberta, Rachel Notley, reconoció con impotencia que poco pueden hacer los centenares de bomberos que están batallando contra las llamas en Fort McMurray y los otros 48 incendios forestales que existen en la provincia.
"Este incendio está lejos de estar bajo control", señaló Notley.
También, el ministro de Seguridad Pública de Canadá, Ralph Goodale, calificó el incendio como una "bestia", "impredecible y peligroso" ante las condiciones meteorológicas que se dan en la provincia de Alberta.
Mientras se espera la llegada de lluvias para ayudar a las tareas de los equipos contra incendios, las autoridades están centradas en terminar la evacuación de los desplazados que el martes y miércoles tuvieron que refugiarse al norte de Fort McMurray, cuando la ciudad de alrededor de 70.000 habitantes fue desalojada.
Parte de los evacuados, unos 25.000, se trasladaron al norte de Fort McMurray, a los campamentos para los trabajadores del sector petrolífero, porque las llamas habían cortado la ruta de escape sur de la ciudad hacia los principales centros urbanos de Alberta, las ciudades de Edmonton y Calgary.
Este viernes las autoridades iniciaron la evacuación de esas 25.000 personas hacia el sur de la provincia de Alberta, fuera de la zona del incendio y donde existen más infraestructuras para proporcionar servicios a los damnificados.
Goodale declaró que unas 7.500 personas pudieron atravesar Fort McMurray, una ciudad fantasma en la que sólo permanecen unos 200 bomberos para proteger sus infraestructuras esenciales, en convoyes de automóviles escoltados por la Policía Montada.
Además, otras 12.000 personas han podido ser evacuadas por vía aérea, explicó Notley.
Las autoridades confían en que las condiciones permitan la evacuación del resto de desplazados que quedan al norte de Fort McMurray.
Mientras, en Fort McMurray la Policía Montada prosiguió buscando casa por casa para asegurarse de que todos los habitantes han abandonado la ciudad.
La Policía encontró a algunos residentes que han ignorado la orden de evacuación porque "no piensan que existe peligro".
Las autoridades sólo tienen constancia hasta el momento de dos muertes relacionadas con el incendio: dos jóvenes que fallecieron el miércoles en un accidente de tráfico cuando escapaban de Fort McMurray.