"Murillo fue el principal responsable de su imagen y de la de su pintura, y manejó como nadie las redes sociales" de su época, ha dicho Benito Navarrete, en la presentación de su obra "Murillo y las metáforas de la imagen" (Cátedra), incluida en la conmemoración del IV Centenario del pintor.
En la iglesia del antiguo Hospital de los Venerables, en presencia del arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, y del alcalde de la ciudad, Juan Espadas, Navarrete ha dicho que su obra también es sobre "la construcción que el artista hace de su propia imagen".
Y ha revelado un dato biógrafo del pintor hasta ahora desconocido, que estuvo preso en las cárceles de la ciudad en 1655 por no pagar al Cabildo Catedralicio el alquiler de la vivienda que ocupaba, una falta de liquidez debida a que invirtió todo su dinero en la carrera de Indias -"era muy consciente de la importancia del dinero y de las relaciones sociales", ha concluido Navarrete-.
"El talento y el ingenio que puso en sus obras de arte hicieron que éstas no fuesen vistas como obras de arte", ha señalado el profesor al recordar a un antiguo canónigo sevillano que se reservó unas de las vírgenes de Murillo para su devoción "por la capacidad que tenía para transmitir valores" aquel lienzo.
Esa misma emoción sintieron el cardenal Espínola ante la "Virgen con Niño" que se conserva en Liverpool, el amigo de Murillo Justino de Neve con una de sus inmaculadas y, ya en el siglo XX, el mismo Marqués de Lozoya -Juan de Contreras y López de Ayala-, quien aún como crítico de arte no dejó de considerar alguna de las obras del pintor sevillano como "reliquias".
"Los afectos y emociones que generaron sus obras nos sirven como profecías a los historiadores", ha dicho Navarrete sobre el estudio histórico que ha efectuado para culminar esta obra interpretativa sobre la obra del pintor sevillano, al que también ha calificado de "artista anacrónico".
Tras advertir que a Murillo, en el siglo XX, se le ha interpretado a través de la fotografía y del grabado de reproducción, Navarrete ha asegurado que sus principales obras -que analiza y reinterpreta en su libro- "siguen generando sensaciones e impiden que bajes la mirada de ellas".
Navarrete ha empezado su discurso de presentación advirtiendo de que la historiografía ha dejado una imagen equivocada de la pintura de Murillo y confesando que no hubiera escrito este libro sin el magisterio de Alfonso Pérez Sánchez y sin haber vivido cuatro intensos años en Sevilla -en los que se desempeñó como director de Infraestructuras Culturales y Patrimonio del Ayuntamiento de Sevilla-.
El profesor de Historia del Arte del Trinity College de Dublín Peter Cherry, especialista en arte barroco español, ha dicho que los libros sobre Murillo son de dos clases, sobre su vida y su obra, o catálogos razonados -"unos más razonados que otros", ha acotado-, pero que este de Navarrete es distinto porque se trata de una obra "interpretativa", propia de la madurez intelectual del autor, ante cuya erudición se ha mostrado sorprendido.
Cherry ha destacado como una de las principales conclusiones de Navarrete que señale "lo artificioso como base anímica" de la pintura de Murillo.
En el plano biográfico ha destacado que la imagen histórica del pintor sevillano como un hombre "bondadoso, modesto y apacible", una idea "extraída de su propia pintura", haya sido descartada por el autor, junto a otros lugares comunes, también relacionados con sus cuadros.
Cherry ha calificado de "apasionante" la obra, mientras que el alcalde de Sevilla ha recordado que se trató de un artista que nunca abandonó su ciudad.