El tiempo en: Chipiona

Jerez

El zapatero de los toreros

El jerezano Raúl Cerro se ha convertido en uno de los zapateros de cabecera de las máximas figuras del toreo tras 11 años preparándose a conciencia

Publicidad Ai
Publicidad Ai
Publicidad AiPublicidad AiPublicidad AiPublicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai Publicidad Ai
  • Con Morante de la Puebla
  • Nieto de zapatero y maestro de profesión nunca imaginó que la caza y el toreo, sus aficiones, le llevarían a calzar a Morante, Talavante y Ponce
  • A Perera, El Juli, Roca Rey o Rafael Arcos se suman ya aristócratas como Cayetano Martínez de Irujo y deportistas
  • Raúl ha viajado por Europa "buscando a los mejores zapateros del mundo" en los que se ha inspirado para las líneas delicadas de sus trabajos

A Raúl Cerro siempre le gustó manipular el cuero para elaborarse sus accesorios de caza, su gran afición desde niño y que comparte con toda su familia. Eran verdaderas creaciones artesanales que aprendió a realizar de forma autodidacta, porque siempre le apasionó todo lo que estuviera realizado con las manualidades. Pero lo que nunca imaginaría este maestro jerezano de 39 años es que poco más de una década después, detrás de este hobby iba a estar el germen de lo que en la actualidad es su medio de vida junto a la docencia y que iba a calzar a maestros taurinos de la talla de Enrique Ponce, Morante de la Puebla, Miguel Ángel Perera, Alejandro Talavante, Roca Rey, Cayetano Rivera, entre una larga lista, que ya se dirigen a él como ‘El Maestro’. Muy pocos son los nombres de máximas figuras del toreo que a estas alturas no hayan caído rendidos a sus selectas obras, en las que prima la excelencia y la línea clásica de unos trabajos hechos a mano y a medida con piel de ternera engrasada. 


No en vano,  este “fanático” del mundo del toro lleva en la sangre la pasión por el calzado. Su abuelo, Julián Cerro, era zapatero antiguo basto de Puebla de la Reina (Badajoz), al igual que su hermano Claudio, zapatero fino y “un manitas” que  diseñaba y patronaba. El oficio se perdió con la siguiente generación, la de su tío y el padre de Raúl, Juan Cerro, ya fallecido, y la primera persona de la que se acuerda cada vez que entrega una de sus obras, como reconoce emocionándose todavía. Sabe que estaría feliz y orgullosísimo de ver todas las puertas que ha logrado abrir desde su partida, pues a través del mundo del toro ha dado el salto al del fútbol y muy pronto calzará a Sergio Ramos, después de haberlo hecho ya con su hermano y representante Renné Ramos.


En unas semanas le entregará en un acto en Sevilla sus primeros zapatos a Monchi, director deportivo de la Roma. Pero antes de tener pedidos de artistas como José Mercé, el periodista  Pepe Domingo Castaño, o de la aristocracia como el propio Cayetano Martínez de Irujo, Raúl se preparó a conciencia y viajó por Europa “buscando a los mejores zapateros del mundo”. Fue al poco tiempo de que “se me encendiera una luz” durante  una conversación con un guarda de una finca. Por entonces, se esmeraba en hacer creaciones de cuero para poder cazar en fincas en las que no tenía acceso y para pagarse esta afición, una práctica bastante cara, pero fue cuando coincidió con un guarda “de una finca muy famosa” en la venta El Chaparrito, presumiendo de unas botas realizadas a medida, cuando reparó en que “era eso lo que tenía que aprender”. Justo en ese instante, "empezó mi guerra”, relata a Viva Jerez.


Desde ese momento empezó a ver vídeos en Internet, pero comprobó que todos eran inconexos y que en Jerez tampoco había apenas artesanos y los pocos que quedaban “no me querían enseñar”. Entonces decidió empezar a moverse por su cuenta a la parte de Levante, famosa por la fabricación de calzados, visitó también la fábrica de castellanos, intentando sobre todo acceder a los talleres. Después viajó a Florencia, Londres, París...fue ahí donde encontró la inspiración de maestros como Dimitri Gomez o Berluti, en los que se ha inspirado para sacar sus líneas de zapatos y de botas. Los ha podido conocer personalmente y de ellos ha bebido la excelencia y la delicadeza que ahora caracterizan a su marca Cerro Barrero.


En su proceso de aprendizaje también jugó un papel importante Manolo Marín, un zapatero de 82 años de la zona del Circuito con el que le puso en contacto un alumno del centro de adultos de Nueva Jarilla en el que trabaja como maestro. “Fue el primero que me dijo esto es por aquí y me enseñó a diseñar y a patronar en directo. Con él hice mi primer zapato de mocasín de pala baja”, que por supuesto tiene guardados de recuerdo. También le estará siempre agradecido Raúl al maestro zapatero de Jerez José Sánchez, "un gran profesional y quien me dio el último retoquito en ese oficio". 

Diseñador y patronista
A partir de ahí, se compró su primera máquina de aparar y se puso a prueba. “Me quise hacer mi propio examen para saber si lo que estaba haciendo gustaba”. Eligió el mundo del toro por el valor de lo artesanal que hay tradicionalmente a la hora de regalar piezas, en este caso zapatos y botas a medida. Comenzó por un paisano, (Raúl nació en Madrid pero sus padres son extremeños y se trasladaron a vivir a Jerez cuando él tenía seis años,), el maestro Miguel Ángel Perera, con el que tenía conocidos en común, pero aun así no fue fácil dar directamente con él.

El día que fue a tomarle medidas en la finca familiar, porque este jerezano se desplaza personalmente a tomar medidas y realizar las entregas, “estaba temblando”, pero la cosa no pudo ir mejor. De allí salió con varios encargos para él y su esposa, Verónica Gutiérrez. “Ahí empezó todo y se abrieron las puertas”, señala. Después llegaría Talavante, Enrique Ponce, Sebastián Castella, El Juli, Padilla... y de ahí cuadrillas completas y  destacados nombres del mundo del caballo, como Rafael Arcos, campeón de España de Doma Vaquera, y ganaderos de renombre.

Tiene en agenda a José Tomás y Marc Márquez para 2018 y le encantaría hacerle un zapato al Rey Emérito, a Leo Messi y Cristiano Ronando. Ahora tiene tanto trabajo que ya no da fechas de entrega, pues la lista de espera es de 14 meses. Su jornada laboral empieza de madrugada, se levanta a las 4.30 y hasta la 13.00 horas trabaja en el taller de su casa. Por la tarde trabaja en el centro de adultos, donde enseña a hacer zapatos a nivel básico en una asignatura de cultura emprendedora.  Como él dice, lleva “cuatro ratos” en esto, pero va por el buen camino. ¡Suerte, maestro!

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN