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Hablillas

Moda latente

Se dice que la ropa define al individuo y la moda se interpreta según la personalidad mientras genera consumo.

Todos los inviernos descubrimos el frío. De un año para otro se nos olvidan los azotes recibidos desde niños camino del colegio, saludos helados que nos terminaban de espabilar nada más salir del portal, pegándosenos a la cara como una ventosa, una careta invisible que ni el agua caliente del baño vespertino  eliminaba. Y este invierno ha empezado igual, con temperaturas de una sola cifra a las que no estamos acostumbrados. Días que se abrigan con bufandas de colores, gorros y guantes que eviten los sabañones en las orejas y en los dedos. Por eso da repelús ver el escote de los pies -descubierto en Vanity Fair- sin abrigar. Da la sensación de que el frío se cuela por ahí, por los tobillos, con peligro inminente de grietas en las protuberancias, aprovechando la posibilidad de bifurcación, pierna arriba pierna abajo, descomponiendo el cuerpo desde el exterior hasta el interior. En estos detalles nos damos cuenta del poder de la moda, de la forma en que seduce e impone sus reglas una temporada tras otra, de forma sutil pero impactante, apoyada en una extraordinaria puesta en escena.

Si el año pasado este escote pequeño y horizontal descontextualizaba el calzado deportivo de su función imprimiendo comodidad al conjunto, este año el botín y el zapato kitten heel son los encargados de acortar el pantalón, relegando un poco la falda y el vestido al fondo del armario de donde saldrán puntual y oportunamente. El caso es que la moda impone, de nuevo, el desafío al frío esta temporada, devolviendo la imagen de Victoria, la Spice Girl, en una calle de Nueva York con nieve acumulada más arriba del zócalo mientras ella salía de un local con un vestido de tirantes y sandalias. Seguro que notó cómo el desplome del mercurio le atiesaba le tejido separándolo del cuerpo, cómo los dedos de los pies se le agarrotaban, aberenjenaban y crujían al andar.

El coche que la llevó calle arriba evitó la foto, la captura del momento en que el calorcillo reinante la hizo temblar como el pollito Calimero, sin un grano de pimienta que llevarse al pico. Pero no hay que irse tan lejos. Paseando por la calle Real hemos visto corredores en pantalón corto y caminantes en mangas de camisa que se han cruzado con otros embutidos en un plumífero. Y ni se han mirado porque cada uno va como quiere, le gusta o lo siente. Se dice que la ropa define al individuo y la moda se interpreta según la personalidad mientras genera consumo. Y si no hay mucho para gastar se abren cajones y baúles dándole al atuendo el nombre de vintage. Moda latente.

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