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Sevilla

Un papel para los “sin hogar”

Enrique y José Manuel han recuperado la esperanza en el taller de encuadernación de la Casa de Acogida Miguel de Mañara

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Salir de la calle “es posible”. Esta afirmación no es una frase hecha sin más, es la expresión escrita de una realidad que tiene rostro, nombre y apellidos. Los de Enrique Pastor y José Manuel Bueno, 51 y 52 años de edad respectivamente, con dos historias pasadas muy distintas pero con el mismo final: las calles de la ciudad de Sevilla.

Enrique Pastor se topó de frente con la realidad de ser una persona “sin techo” allá por 2004, cuando salió de cumplir condena por diversos delitos protagonizados como consecuencia de las drogas. “Ahí se parten todos los vínculos -nos cuenta con una mirada que refleja en ciertas dosis de culpabilidad- y la verdad es que yo, cuando salí, ni me preocupé de entablar de nuevo relaciones con mi familia. Hice mi vida hasta que pude”.

Enrique reconoce que estuvo un año y medio viviendo en un piso “gracias a una ayuda, pero era temporal y cuando se terminó tuve que volver a lo mismo”.

Desde hace 16 meses vive en la Casa de Acogida Miguel de Mañara que gestionan las Hijas de la Caridad. Un lugar que se ha convertido en “una especie de hogar porque ahí vivimos, desayunamos, comemos, dormimos”, relata Enrique en primera persona del plural porque aquí convive también con su pareja, una mujer de origen marroquí a la que conoció en el Centro de Acogida Municipal.

Actualmente, Enrique no tiene ingresos propios, a la espera de empezar a cobrar la “paga de minusvalía” que dice tiene aprobada, así como la Renta Mínima que solicitó hace ocho meses.

No obstante, ha comenzado a gestionar los “pequeños ingresos” que empieza a reportarle tanto a él como al resto de sus cinco compañeros, la venta de las libretas y otros artículos de papelería que fabrican en el Taller de Encuadernación organizado por las Hijas de la Caridad tras un curso de quince días que hicieron el pasado mes de junio.

“Vamos de momento cada domingo al mercadillo de Los Bermejales, vendemos y con ese dinero volvemos a comprar materiales para seguir trabajando”. “Nosotros lo autogestionamos”, dice orgulloso Enrique, mientras su compañero José Manuel Bueno da un paso más y reconoce que tiene “la esperanza de profesionalizarme y tener mi propio taller. O incluso -se atreve a proponerle a Enrique- podríamos crear nuestra propia cooperativa. Ya veremos”.

Tres meses escasos en la calle el pasado verano, tras ser desahuciado al no tener ingresos para seguir pagando el alquiler del piso en el que vivía después de separarse, le han valido a José Manuel para haberse sentido “como si sobrara muchas veces”.  “Estaba muy depresivo, si hubiese sido más tiempo no sé qué habría pasado”, recuerda emocionado mientras cuenta que “iba a Santa Justa a mediodía para quitarme las horas de calor y me daba cuenta de  cómo los de seguridad y la Policía estaban pendientes  por si hacía algo malo”.  

José Manuel tocó fondo una noche en la que no lograba conciliar el sueño. Desvelado se acercó al Centro de Acogida Municipal “y allí me derivaron a Servicios Sociales. Ha sido una experiencia muy buena. La trabajadora social se ha preocupado mucho por mí”.  Tiene aprobada ya la Renta Mínima de Inserción el pasado 1 de noviembre y mientras espera tener sus ingresos propios, convive junto a otros 3 compañeros en uno de los pisos tutelados que las Hijas de la Caridad tienen conveniados con el Consistorio hispalense. El taller de encuadernación le ha despertado una vocación oculta y la esperanza de     tener su propio papel en la vida. “Con ganar el sustento -afirma- es suficiente”.

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