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Cádiz

Palmas triunfales en un domingo muy soleado

La Borriquita fue la primera Cofradía en estrenarse en la Carrera Oficial

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No podría ser otra que la imagen de Jesús entrando en Jerusalén para inaugurar un Domingo de Ramos que se ha hecho esperar hasta veinte días más que el año pasado. Y es que, como es tradición desde hace solo dos años, el público que esperaba en los alrededores de la Iglesia de San José se mostraba ansioso por ver las primeras palmas que caracterizan al cortejo de Nuestro Padre Jesús de la Paz. Más aún en el presente año, en el que la Hermandad celebra el 75 aniversario de su fundación en lo que es una fecha histórica para todos sus hermanos.

Acompañado, tal y como ya viene siendo habitual, por la Agrupación Musical Polillas, el Cristo de la Borriquita salió de su templo vistiendo una túnica de oro lisa, diferente a la bordada que estamos acostumbrados a verle en años anteriores. Esta se  encuentra actualmente en labores de enriquecimiento. Los rayos de sol apretaban aún más fuerte para recibir a María Santísima del Amparo, que estrenaba en su candelería las intenciones realizadas por Jesús Miguel Garay y que contienen ruegos y plegarias.

Las flores blancas y rosas y los helechos coralinos se combinaban con el olor del incienso y la música de  Nuestra Señora del Carmen de Villalba de Alcor para dejar en la Avenida Andalucía una imagen singular de la Semana Santa de Cádiz.

Sorprendió la Cofradía en los comienzos de su recorrido por la Carrera Oficial. El numeroso público allí congregado presenció con asombro la ausencia de una de las manos de una de las imágenes del misterio, aunque fue repuesta rápidamente y ya contaba con ella en su paso por Catedral.

A medida que avanzaba el paso del Cristo en su recorrido por las calles del centro de la ciudad se fueron notando diversas dificultades en el andar. Tanto es así, que varios cargadores de la cuadrilla de la Virgen del Amparo, antes de llegar a la plaza de Candelaria, se vieron obligados a trasladarse al misterio para ayudar en un trayecto en el que aún restaba la peor parte: el regreso a la zona de Extramuros con la Cuesta de las Calesas incluida. Ella, sin embargo, derrochó tanta frescura y firmeza que dejó momentos muy especiales, como en su subida a la Catedral donde se lució recorriendo varias veces la cuesta al ritmo de la marcha de Campanilleros.

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