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Notas de un lector

El eco entre tu calle

'Otras nubes' es el bautismo lírico de Guillermo Marco Remón y su voz parece ya muy bien asentada sobre una sabia intuición lírica

Publicado: 30/09/2019 ·
11:36
· Actualizado: 30/09/2019 · 11:36
Autor

Jorge de Arco

Escritor, profesor universitario y crítico. Académico de la Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras

Notas de un lector

En el espacio 'Notas de un lector', Jorge de Arco hace reseñas sobre novedades poéticas y narrativas

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La esencia de lo cotidiano, la fe en las cosas sencillas y el apego a la realidad circundante son la materia temática de Otras nubes (Rialp. Madrid, 2019), poemario de Guillermo Marco Remón (1997) con el que obtuvo un accésit del premio “Adonáis”. Es este su bautismo lírico y sin embargo su voz parece ya muy bien asentada sobre una sabia intuición lírica.

Estructurado en tres partes, su voz alienta un canto unitario desde el cual aguarda anhelante el porvenir mientras otea y escruta el presente: “Todo está creciendo aquí tranquilamente,/ tumbados en el campo,/ seguimos el deslizamiento de las nubes/ hasta que un indicio de sol nos deslumbra;/ y comprendemos que sólo necesitamos esa/ perspectiva: vivir/ a la altura de la hierba”.

     Alejado de una perspectiva mediática o sociológica (tan en boga en la joven poesía actual), el autor madrileño alumbra su decir sobre un pretérito que se tornó hábito y convirtió su memoria en un espacio renovado donde no duelen las remembranzas. Al cabo, son éstas las que le sirven para ir trazando las pinceladas amantes de una edad ya deshojada, pero imborrable: “Si volviera a vivir nuestras tardes,/ convivir en tu mirada, haría una costumbre/ -aunque me repitiese-/ el contarte mi primer amor correspondido,/ la historia de la fábrica de  mi abuelo/ o por qué mi madre dejó de pintar”.

Volver a los orígenes, a la patria de la infancia, a la ternura de la luz primera no es sino la manera de conservar intacta la verdad de un tiempo que es ahora incertidumbre. Porque la geografía de lo desconocido, de un futuro con las ventanas muy abiertas salpica estas páginas donde respira el instinto nostálgico de lo perdurable “cuando el invierno en tus manos/ convierta en caduca/ cada cosa que ha tocado”.

Hay mucho amor y también desamor entre estas páginas reveladoras de las cicatrices de las pasiones y los desengaños.     A fin de cuentas, lo que Guillermo Marco Remón articula como modo de consuelo, lo rehabilita desde el perfil de su intuición. Lo tangible, lo que sabe presente y presencia es lo que considera privilegiado. Y así, sabedorde que su condición vital es una manera de dignificarse, hace de su alma pasión y reconocimiento.

El ímpetu juvenil va dejando paso a un periodo de mayor reflexión y el territorio familiar es aún la mejor morada para cobijarse y aprehender la realidad que inventaría versos plenos de honestidad: “Te he querido humildemente/ como la tierra da fruto a cualquier semilla./ Abrí los puños y te ofrecí/ mi nido de barro cocido/ y, entre las grietas,/ quedó tu tiempo, tan nuestro,/ gastado entre palabras enormes/ que ocupaban el eco entre tu calle y la mía”.

    Dejó escrito Dámaso Alonso en su ensayo “Poetas españoles contemporáneos” (1988) que “la poesía debe mostrarnos -al fondo de lo múltiple y variable-, la raíz elemental que lo une con lo absoluto”.

Bajo el abrigo de estas otras nubes, lo amatorio sería ese absolutodamasianoque puede medirse desde el propio daño y la propia dicha, y donde lo pasado se convierte en tentación perpetua; o lo que es lo mismo, en el “el dócil sonido del papel que confirma un verso y/ una vida”.

 

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