Hace cinco años incluí en un tarro de cristal unas cuantas piedras, un poco de tierra, dos helechos y tres plantas con flores. Rocié el contenido con agua y lo sellé herméticamente. En este lustro no se ha abierto jamás y el conjunto de plantas sobrevive con una buena calidad como lo demuestra el lustroso verde de sus hojas. Es un sistema perfecto de carácter circular en donde las plantas producen y toman el dióxido de carbono y el oxígeno que necesitan, la humedad que traspiran se condesa en el cristal y vuelve a entrar en el sistema como lluvia ligera y el abono que requieren se los produce la propia degradación de las hojas caídas. Lo único que reciben del exterior es ese regalo que nos da el sol en forma de energía radiante. Desde entonces he construido varias ecosferas y la más llamativa es una que ocupa un lugar privilegiado en la mesa de mi despacho. Contiene algas, musgos, helechos y fanerógamas. Me ayuda a pensar en nuestro curioso planeta azul, tan sofisticado que es capaz de albergar la biosfera, el gran escenario de la vida. Pero sobre todo me es útil para explicar a mis asombrados visitantes que es la economía circular. Toda la energía y la materia allí encerrada están destinadas a favorecer la vida, todo se recicla y pasa a formar parte activa nuevamente del sistema. Pero también es un buen ejemplo para aleccionar sobre la economía colaborativa, ya que conviven cinco especies distintas, con distinto niveles de organización y diferentes estrategias vitales, sin agredirse, a sabiendas que todas dependen de una simbiosis obligada. En condiciones naturales competirían entre ellas, pero parecen ser conscientes de que los recursos son limitados y que lo mejor es cooperar. Así, dejan prosperar al helecho que controla el desarrollo de bacterias, a las algas para aumentar el secuestro de anhídrido carbónico y garantizar el oxígeno, al musgo para que mantenga una humedad constante en el sustrato y la fanerógama para que con su productividad primaria aporte nuevos nutrientes al suelo.Estoy convencido que el paraíso debió ser una ecosfera mayúscula, en donde el único error fue incluir una especie que confundió con soberbia cuál era su papel en la evolución. Ahora se le auguran cinco siglos a esta especie. Esperemos que, mientras tanto, aprenda de la economía circular y cooperativa de una sencilla ecosfera.
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Ecosferas
Me ayuda a pensar en nuestro curioso planeta azul, tan sofisticado que es capaz de albergar la biosfera, el gran escenario de la vida
Salvo Tierra
Salvo Tierra es profesor de la UMA donde imparte materias referidas al Medio Ambiente y la Ordenación Territorial
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Observaciones de la vida cotidiana en el metro, con la Naturaleza como referencia y su traslación a política, sociedad y economía
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