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Provincia de Cádiz

La violencia machista, lejos de retroceder, continúa su avance

La provincia de Cádiz ha registrado en 2019 una víctima mortal después de cuatro años consecutivos sin ninguna mujer asesinada

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  • Una marcha en contra de la violencia machista -

"Tú no eres nadie”, le espetaba su ex marido a Lorena, nombre ficticio de una mujer que durante más de una década sufrió la violencia psicológica por parte de su cónyuge. Lorena tenía que pedir permiso al marido para todo: salir de casa para reunirse con unas amigas o familiar, ir de compras, qué ropa ponerse. Le controlaba el dinero que gastaba.  Él lo controlaba todo, incluso lo que gastaba de la nevera, de la lacena. Ella estaba totalmente supeditada a él.

Lorena sigue viviendo en la provincia de Cádiz, pero ahora separada de su marido. En el proceso de separación su abogado le dijo que lo que estaba sufriendo era violencia de género y ella le respondió que lo sabía, pero que no quería denunciar al marido, sólo separarse, acabar con ese infierno.

Juana, también nombre ficticio, es otra gaditana víctima del maltrato machista. Lo de ella fue peor porque, además de insultos, recibía palizas. Un marido violento, alcoholizado, que cuando su equipo de fútbol perdía llegaba a casa furioso y descargaba la frustración por la derrota en su mujer. Juana cuenta que temía la llegada de los fines de semana, porque había jornada liguera y las posibilidades de recibir una paliza aumentaban. También se separó y tampoco puso denuncia.

Ellas siguen viva y han rehecho sus vidas. Otras no tienen tanta suerte y han encontrado la muerte de manos de sus agresores.

Las víctimas mortales a causa de la violencia de género en lo que va de año hasta octubre en España  ascienden a 51, según el último balance del Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes e Igualdad. En octubre de 2019 un total de cuatro mujeres han sido asesinadas víctimas de la violencia machista.  

Andalucía lidera el número de mujeres asesinadas por violencia machista: doce víctimas en lo que va de año. De estas doce víctimas, tan sólo dos habían denunciado a sus parejas.

 La provincia de Cádiz irrumpe en este 2019 con una víctima de género después de cuatro años consecutivos sin ninguna mujer asesinada. Los años más negros en Cádiz fueron 2003, 2004 y 2008, con tres víctimas en cada uno.

Desde 2003 a 2019, cuando se tienen estadísticas de estos delitos, en Andalucía se ha roto la barrera psicológica de las mil mujeres asesinadas y en Cádiz son ya 16 las víctimas, que representan el 7,8% del total de mujeres asesinadas en Andalucía.

Cuando se le pregunta a Lorena y Juana qué les llevó a dar el paso de dejar a sus agresores, ambas contestan que por el bien de sus hijos, para que no sufrieran más. En la última década, el número de menores muertos por causa de la violencia contra su madre en España asciende a 44, con edades comprendidas entre 4 meses y 16 años. Y es que los hijos son también víctimas de esta violencia de género, pero son las víctimas invisibles, como así las denomina Gonzalo Fernández Jordá, Fiscal de Violencia de Género en la Fiscalía de Algeciras. “Son los grandes olvidados, cuando la violencia también les afecta a ellos. A su desarrollo cognitivo, afectivo, social y económico. Los menores son víctimas porque se le está vulnerando el derecho a vivir en un entorno de paz y han de ser también protegidos”, asegura, y reclama más campañas de concienciación social en este sentido.

No es el único experto en la materia que realiza esta petición. Carmen de Manuel Vicente es psicóloga del Equipo de Salud Mental del Hospital Puerta del Mar, de Cádiz. Explica que estos niños y niñas sufren problemas de ansiedad, depresión, baja autoestima, bajo rendimiento escolar, dificultades de integración social, sentimiento de culpabilidad e incluso son más propensos a ser víctimas del acoso escolar. También están más predispuestos a ser violentos. “Se convierten en personas tolerantes a la violencia porque piensan que lo que ellos viven es lo que ocurre en las otras casas, que la violencia es la práctica normal”.

Esta psicólogo, como también advierte Fernández Jordá, explica que cuando se ha normalizado la violencia se da el paso a reproducir estos comportamientos, ya sea convirtiéndose en un maltratador o asumiendo el papel de una víctima pasiva que entiende como algo normal que se la maltrate.

Así el fiscal relata el caso de un menor que se encontraba en una casa de acogida y que en cierta ocasión cogió un objeto punzante y se lo puso de forma amenazante a un compañero en el cuello. “¿Dónde lo vio? ¿Dónde lo aprendió? Pues en su casa”, explica el fiscal. “Sólo amando se aprende a amar y odiando a odiar”, apostilla.

Otro ejemplo lo narra  la psicóloga Carmen de Manuel Vicente: una mujer sufre continuas agresiones físicas por parte del marido. El matrimonio tiene dos hijos, ambos varones. Pasados algunos años del fallecimiento del marido, el primogénito asumió el papel de agresor hacia su madre. El hijo menor, en una ocasión, le dijo a la madre: “Cuando yo sea más fuerte que mi hermano lo voy a matar por lo que te está haciendo”. Fue en ese momento cuando esta mujer decidió denunciar el hijo mayor en un intento de romper el círculo vicioso de violencia en el que se había convertido el hogar. Esta psicóloga asegura que es necesario concienciar a la sociedad ante este problema, que a su entender tiene escasa visibilidad. Dice que una prueba de ello es que no hay datos oficiales de los niños y niñas que son víctimas de este tipo de violencia “cuando tenemos estadísticas de todo tipo de dolencias”.  Añade que hay medios de intervención, pero para actuar es preciso que  también se les considere víctimas de esta violencia.

El fiscal Fernández Jordá también advierte que existen medidas legales de protección a estos menores, pero advierte que para ponerlas en marcha es necesario la presentación de una denuncia.Entiende que es preciso concienciar mucho más a la ciudadanía de que hay que denunciar y nunca guardar silencio ante estas situaciones.

No es raro que el maltratador utilice a los hijos para controlar o hacer daño a la pareja. Es lo denominado como violencia vicaria. A veces se trata de una violencia directa y otras de forma indirecta. Agresiones físicas o psicológicas con el propósito de dañar al otro componente de la relación. El agresor sabe que así tiene a la mujer controlada e incluso que no se atreverá a denunciarlo. Él sabe que los hijos son lo más importante que tiene ella y, al dañarles, el hombre violento se asegura que esa mujer no se recupere jamás. El caso Bretón es un ejemplo de este tipo de violencia.

En España, estos menores son considerados víctimas de violencia de género desde 2013 y les corresponde ayuda económica y psicológica para superar el duelo y, en muchos casos, el maltrato que han sufrido.

 El Tribunal Supremo sostiene en una sentencia con fecha del pasado mes de mayo de  2018, con cita de abundante jurisprudencia, que la exposición a la violencia de género tiene efectos sobre el bienestar del menor, esto es, que “la presencia de los hijos e hijas en episodios de violencia del padre hacia la madre es una experiencia traumática produciéndose la destrucción de las bases de su seguridad, a quedar los menores a merced de sentimientos de inseguridad, de miedo o permanente preocupación, ante la posibilidad de que su experiencia traumática vuelva a repetirse. Todo lo cual se asocia a una ansiedad que puede ser paralizante, y que, desde luego, afecta muy negativamente al desarrollo de la personalidad del menor, pues aprende e interioriza los estereotipos de género, las desigualdades entre los hombres y mujeres, así como la legitimidad de uso de la violencia como medio de resolver conflictos familiares e interpersonales fuera del ámbito de la familia”.

Ayudas laborales

Según un informe de CCOO, en 2018 se registró en Andalucía el máximo número de contratos bonificados a mujeres víctimas de violencia de género, con 231 contratos. El sindicato asegura que en lo que va de año se ha producido un descenso. Del total de contratos bonificados, el 82,3 por ciento fueron temporales y, además, el 60,2 por ciento de ellos eran contratos a tiempo parcial.

Víctimas discapacitadas

La  ONCE ha puesto en marcha la campaña Más que capaz, protagonizada por víctimas de violencia de género con discapacidad, “las invisibles dentro de la invisibilidad del maltrato machista”, que muestran cómo prevenir esas situaciones y cómo se puede salir del círculo de la violencia. La campaña, para su difusión en el sector de la discapacidad y de forma general en redes sociales, consta de once vídeos y de un documental con los que se quiere sensibilizar ante la violencia de género que se ejerce contra las mujeres con discapacidad, que en muchas ocasiones no son capaces de reconocerse como víctimas.

Homenaje a las víctimas

Con motivo de Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, en la fachada de la  Subdelegación del Gobierno en Cádiz se realizará un homenaje a cada una de las víctimas que la violencia machista de este el año, donde se leerá el nombre de cada víctima y se colgará una frase con su nombre en el 'árbol de la esperanza', un árbol plantado en homenaje a ellas.

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