Con apenas 2.000 contagios confirmados y 58 muertes en todo el continente, la mayoría de países africanos ha adoptado medidas drásticas de confinamiento y movilizado elevadas sumas para frenar la propagación del coronavirus sin esperar a que la situación se desborde, como ha ocurrido en algunos países de Europa.
"Si nos volvemos complacientes, el virus nos golpeará más fuerte que Europa porque nuestros sistemas de salud son frágiles", advirtió recientemente el subdirector de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de África (África CDC), el doctor keniano Ahmed Ogwell. "Debemos adelantarnos a esa curva (de contagios) para evitar grandes sufrimientos y pérdidas humanas", sentenció.
Ogwell hizo esas declaraciones después de que el director general de la Organización Mundial de la salud (OMS), el etíope Tedros Adhanom Ghebreyesus, recomendara a su continente "prepararse para lo peor".
Las cifras en este continente son bajas en comparación con los más de 424.024 contagios y casi 19.000 muertes contabilizadas en más de cien países, según el mapa de datos sobre el virus de la Universidad John Hopkins (EEUU).
Hasta la fecha, la pandemia ha dejado huella en 43 de los 54 países del continente africano, la región menos infectada del planeta y donde una gran parte de los casos han sido importados de Europa, si bien la transmisión local empieza a intensificarse.
CONFINAMIENTO Y TOQUES DE QUEDA
Pero, a diferencia de países europeos como España, Italia, Francia o Reino Unido, que registraron sus primeros contagios a finales de enero pero no reaccionaron con medidas radicales de contención hasta hace unas semanas, cuando se descontroló la crisis con miles de contagios y fallecimientos, muchas naciones africanas han dado esos pasos con antelación, conscientes de la debilidad de sus sistemas públicos de salud.
Casi todos los países del continente han cerrado colegios, bares, iglesias y mezquitas; además de prohibir reuniones multitudinarias, clausurar las fronteras aéreas, marítimas y terrestres e imponer toques de queda nocturnos como los decretados en Burkina Faso, Mauritania, Senegal, Costa de Marfil, Argelia, Sudán Egipto o Túnez.
Conforme la pandemia se ha ido expandiendo durante los últimos días, las decisiones de los gobiernos africanos se han endurecido gradualmente, hasta el punto de ordenar los temidos confinamientos de la ciudadanía.
El pasado sábado, Ruanda (con 19 casos entonces y hoy ya 36) se convirtió en el segundo país de África Subsahariana, región con una sanidad pública precaria en casi todo su territorio, en decretar un encierro de su población de dos semanas salvo casos excepcionales. El primero en adoptarla fue Mauricio, un día antes.
Este lunes, Sudáfrica, país más industrializado del continente, siguió la misma senda y ordenó una reclusión de 21 días. "Esta es una medida decisiva para salvar a millones de sudafricanos de la infección y salvar las vidas de cientos de miles de personas", enfatizó el presidente de este país, Cyril Ramaphosa.
Su Gobierno ha movilizado a las Fuerzas Armadas en apoyo de la Policía para forzar el acatamiento si fuera necesario.
Ramaphosa anunció el cerrojazo después de que el número de casos de aumentase en sólo 24 horas de 274 a 402 (si bien ya suman más de 709), de modo que el país superó a Egipto (402) como nación con más contagios hasta ahora en el continente.
CERROJAZO EN EL NORTE
Más allá del Sahara, en el norte de África, la reclusión de la población también ha ido ganando terreno. Túnez y Argelia han seguido un patrón paralelo de prevención y confinamiento desde que el pasado 25 de febrero este último país se convirtiera en la primera nación africana en informar de un caso de coronavirus.
El pasado domingo, ambos gobiernos ordenaron a todo el personal que no fuera imprescindible que permaneciera encerrado en casa, y un día después Túnez dio un paso más en la confinación desplegando al Ejército ante la resistencia de los ciudadanos a cumplir la cuarentena.
Ambos países han tomado otras medidas para atajar las consecuencias negativas del coronavirus, más visibles en el caso de Túnez, que sufre una aguda crisis económica. Su Ejecutivo ha movilizado 800 millones de euros y negocia un préstamo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
En Marruecos, el Gobierno ha impuesto un mes de confinamiento domiciliario que sólo puede abandonarse con un salvoconducto expedido por las autoridades y utilizable únicamente para hacer compras o ir a curarse.
El COVID-19 (que ha acabado con el turismo marroquí, sector vital del país) se ha aliado con una de las peores sequías de los últimos años, de ahí que el rey Mohamed VI anunciara la creación de un fondo de mil millones de euros para amortiguar el desastre económico.
También en Egipto, el virus ha golpeado a sus famosos complejos arqueológicos y museos, cerrados a partir del día 23 hasta final de mes, dejando la insólita estampa de las pirámides desiertas; aparte de provocar el cierre de hoteles e instalaciones turísticas.
Las autoridades del país de los faraones han instado a los egipcios a quedarse en sus casas, han limitado los movimientos con un toque de queda nocturno y han vetado el uso la "shisha", la popular pipa de agua.
DIOS PARA VENCER AL VIRUS
Al margen de estas draconianas medidas, los líderes de países como Kenia, Uganda o Tanzania han invocado la intervención divina para vencer al coronavirus mediante la celebración de días nacionales de oración.
"Es bueno orar juntos como nación. Sé que hay quienes dicen que debemos depender de la ciencia y no de las oraciones, pero quiero asegurarles que incluso la ciencia necesita a Dios", declaró el presidente de Kenia, Uhuru Kenyatta, el pasado sábado en una ceremonia interconfesional en su residencia oficial en Nairobi.
Kenyatta, que días antes había prohibido actos religiosos, entre otras estrictas medidas de distancia social para contener la expansión del virus, respondió así a quienes le habían criticado por buscar soluciones a la pandemia en el cielo y no en la ciencia.
"El coronavirus no puede sobrevivir en el cuerpo de Cristo, ardería. Exactamente por eso, no entré en pánico mientras tomaba la sagrada comunión", llegó a decir el presidente de Tanzania, John Magufuli, durante un servicio cristiano el domingo pasado.
Sea como fuere, el continente intenta evitar a toda costa un devastador escenario como el que sacude a algunos países en Europa, máxime cuando millones de africanos viven en asentamientos informales con un saneamiento deficiente y falta de acceso a agua, fundamental para el lavado de manos que puede impedir el contagio.
Porque, como advirtió este martes la misionera española de Manos Unidas Cristina Antolín, que ha trabajado durante 32 años de médica en países africanos, "si el coronavirus llega a África con toda su fuerza, será catastrófico". EFE
(foto) (vídeo)
Información elaborada por Pedro Alonso (Nairobi), Javier Martín (Túnez), Javier Otazu (Rabat) y José Luis Paniagua (El Cairo). Editada por Javier Marín.
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África se anticipa para esquivar la pesadilla del coronavirus
Con apenas 2.000 contagios confirmados y 58 muertes en todo el continente, la mayoría de países africanos ha adoptado medidas drásticas de confinamiento
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