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"No se constata que los niños vayan a tener problemas mentales"

Quizá esta crisis pueda hacer ver que los problemas de salud mental que tienen los niños “no son inherentes a los niños sino a los adultos", dice Mercedes Díaz.

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“No sólo es bueno que salgan los niños. Es buenísimo. Es una medida muy necesaria. Los niños son los grandes campeones de este confinamiento. Hemos dicho que los sanitarios son héroes, los niños se han portado como campeones”.

Lo dice Mercedes Díaz, doctora en Medicina, profesora Titular en la Universidad de Cádiz desde 1994 en la Facultad de Enfermería y Fisioterapia e investigadora de la psicología clínica y de la salud, habilidades de comunicación en la asistencia sanitaria, cooperación al desarrollo y salud infantil.

Eso es parte de un currículo en el que los niños son muy protagonistas y de ahí que desde esa óptica se considere buena esta decisión de las autoridades sanitarias, aprobada por el Gobierno, de permitir las salidas de los niños de hasta 14 años una hora a la calle.

Eso sí, el éxito de esta iniciativa depende del cumplimiento de las normas que en la mayoría de los casos se cumplen aunque haya personas que no lo hagan. Mayormente dentro de esa minoría, personas mayores porque los niños suelen comportarse en muchas ocasiones con más cabeza que sus progenitores.

“Los niños necesitaban el reconocimiento de que para ellos salir a la calle es una necesidad, es algo inherente a su salud física y a su salud mental. El hecho de salir con la bicicleta, con el patinete, salir con los padres... les ayuda a superar el miedo”.

Porque ha sido esa una de las causas que los ha retenido en las casas, el miedo que ahora necesitan ir superando y además poner en práctica esas medidas de prevención que han ido asimilando.

Regalarles la calle

“Saber que pueden salir y que son capaces de tener autonomía suficiente para poder protegerse a sí mismos y mantener las medidas de protección hacia los demás”.

Es más, dice Mercedes Díaz, se podría aprovechar esta crisis para poner en práctica otras iniciativas como dejarles la calle a los niños, regalárselas por un día, sin mayores, como era hace medio siglo cuando ni existían los peligros de ahora ni los niños estaban tan protegidos.

“Los mayores les metemos mucho miedo en el cuerpo y no saben lo que es estar en la calle con libertad y tener autonomía”, dice Díaz haciéndose eco de los postulados del psicopedagogo italiano Francisco Tonucci.

“El miedo es una cosa más de los padres que de los niños. Los niños son muy inteligentes, sabrán poner en miedo en su sitio si los padres ni los medios de comunicación no los bombardean con noticias tan alarmistas. Los niños lo pueden hacer mejor que los adultos si los adultos somos capaces de quitarnos ese miedo”.

“El otro día estuve en un debate con una compañera, Mercedes Cano Valero, enfermera psiquiátrica y le pregunté cómo están los niños en salud mental. Me dijo que están estupendamente, están llevando el confinamiento bien, incluso niños con autismo, con problemas de salud mental… O sea, que ese miedo que tenemos de que los niños cuando salgan van a tener problemas de salud mental, no estoy constatando con las informaciones que me están dando los profesionales de salud mental infantil”, dice Mercedes Díaz.

Quizá esta crisis puede hacer ver que los problemas de salud mental que tienen los niños “no son inherentes a los niños sino a los adultos, al contexto social o al contexto educativo en el que ellos se inmersan. Y este parón también puede servirnos para hacer esa pequeña reflexión. Los niños no es que estén mejor que antes, pero tienen una capacidad de adaptación buena. Esta salida, este desconfinamiento y enfrentarse a la realidad, si se hace adecuadamente y se mejoran las condiciones, van a estar mucho mejor que los adultos. Encuentro más patologías en adultos que en niños”.

Una oportunidad

El confinamiento, de todas formas, no ha sido un cúmulo de desventajas para los más pequeños. Han estado más tiempo con los padres -y los padres han aprendido a sangre y fuego el trabajo de los docentes-; las cosas se han convertido en laboratorios de juegos; los niños pueden haber aprendido roles de mayor participación y los padres también... dice Díaz.

 “Quizá este confinamiento haya sido una oportunidad para estimular la creatividad, tanto de los padres como de los niños. Ha sido una experiencia interesante”.

Y como cada crisis es una oportunidad, dice Mercedes Díaz, quizá se debería aprovechar para analizar el sistema educativo actual. Los niños se aburren en las escuelas, tienen exceso de tareas, los madrugones y el estrés que soportan...

“Es una oportunidad de pararnos a pensar. Quizá esta crisis nos puede llevar hacia un cambio con el que se pueda ver que los niños también pueden estudiar en casa pero haciendo partícipes a los padres”.

 

Mercedes Díaz Rodríguez es Doctora en Medicina. Profesora Titular en la Universidad de Cádiz desde 1994. en la Facultad de Enfermería y Fisioterapia. Líneas de investigación orientadas principalmente a la psicología clínica y de la salud, habilidades de comunicación en la asistencia sanitaria, cooperación al desarrollo y salud infantil. 

Desde 2014 Delegada Provincial de UNICEF (Cádiz). Investigadora principal del grupo de investigación PAIDI HUM888. Género, Salud y Desarrollo y miembro de los siguientes institutos de investigación: Instituto Universitario de Investigación para el Desarrollo Social Sostenible (INDESS) y Red Universitaria de Necesidades y Derechos de los Niños RUNDIA. 

Siempre vinculada al campo de la salud social y trabajando con poblaciones vulnerables. Durante 2011-2013 Directora de Participación Social, Acción Social y Solidaridad de la Universidad de Cádiz.

 

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