Hay quienes jamás se aburren por mucho que intenten presionarlos o extorsionarlos. Son gente incombustible, que hacen de cada minuto una sorpresa y ponen el glamour en cada segundo de sus vidas. Seres dispuestos a seducir y a ser seducidos para divertirse.
Los que se aburren son acosadores de la vida y tienen miedo de todo lo nuevo y se refugian en la rutina y la repetición. Mantener la ilusión y no quejarnos como nos van las cosas son dos elementos esenciales para divertirnos y no aburrirnos.
Si hacemos que la gente confíe en nosotros, estaremos en el camino de sentirnos y pasarlo bien, si por el contrario eso no ocurre tendremos todas las papeletas no solo para estar a disgusto sino para aburrirnos soberanamente., y entre testimonios y voces, estaremos en vía de crearnos un problema sin solución.
Cuando la gente en lugar de divertirse, se dedica a cultivar el miedo y el abandono, alimentamos una sociedad de resentidos que pretende lograr la cuadratura del círculo, pero no es capaz de conseguir la tarea más simple y sencilla.
Echamos de menos lo que tenemos a manojitos y no somos capaces de disfrutar de aquello que creemos haber conseguido pero nos falta. Así confundimos entre la diversión y el aburrimiento lo que está más cerca de aquello que sentimos más lejos.
Llenamos nuestra existencia de celos y recelos, de parlanchines que hablan por los codos pero no nos dicen nada, de maestros de todo y discípulos de nada, de artificiales que pretenden ser reales o de jóvenes longevos que son incapaces de luchar para cambiar la manera de hacer las cosas.
No nos debemos rendir y ponerle entusiasmo para abordar el trabajo que no nos gusta con el mayor de los esfuerzos. Entre lo lógico y o absurdo, empujados y arrastrados, anunciados y pregonados, conocidos e ignorados, superamos la sensación de haber sido arrollados por un tanque.
A veces nos resultan extrañas hasta las acciones más cotidianas y soñamos con escapar para después volver y demostrar lo indemostrable. Así si nos pagan por nuestro tiempo, no está mal que nos lo regalen. Si buscamos un refugio tampoco nos sobra una ruptura.
Lo peor es encontrarnos cercado por los problemas y sin soluciones que aplicar, buscando abrigos y sin cobijos, intentado lograr un orden en el mayor de los caos. No es deseable perdernos y no encontrar las salidas, movernos entre lo salvaje y lo domesticado sin ser responsable de nuestros pensamientos y actuaciones.
Con frecuencia, entre diversiones y aburrimientos, para conocernos mejor, necesitamos reflexiones y meditaciones, cubrir nuestras necesidades, superar nuestras carencias, hacer frente a los miedos y estimular nuestras potencialidades.
A veces las obligaciones no nos dejan hacer lo que nos apetece, y hay cosas que no entendemos por mucho que nos al expliquen, y en nuestras contradicciones nos movemos entre sorpresas esperadas y previsiones inesperadas.
Buscamos lugares con alma que nos hagan sentirnos libres de presiones y a gusto con nosotros mismos, y nos damos cuenta que debemos abandonar las ideas limitantes y dar riendas sueltas a nuestro ingenio y creatividad, sabiendo que entre la popularidad y el anonimato, es mejor ser elegante que convertirse en un mamarracho.