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Los profesionales del arte sacro se unen en defensa propia

Constituyen una asociación en la provincia de Cádiz coincidiendo con una crisis motivada por la suspensión de las procesiones de Semana Santa

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  • El bordador jerezano Ildefonso Jiménez -

La declaración del estado de alarma el sábado 14 de marzo pilló a la los talleres artesanos que trabajan para las hermandades en plena faena y con buena parte de su producción pendiente de entrega.

Ya para entonces se habían suspendido las procesiones de Semana Santa en la mayor parte de los municipios.

Esta circunstancia, unida al cese de la actividad, hizo que muchas cofradías no pudieran siquiera recoger sus encargos.

Pero a partir de ahí se generaron otros problemas. Las hermandades vieron mermados sus ingresos anuales de manera súbita y a día de hoy no tienen aún posibilidad de organizar actos populares que les permitan recuperar su economía. Ni casetas de feria, ni tómbolas, ni cruces de mayo...  

Y si las hermandades no ingresan, difícilmente pueden hacer frente a sus compromisos.

El problema es que detrás de aquellos bordados, tallas o repujados que se encargaron hay familias que necesitan llegar a final de mes.

“No se suele tener en cuenta que las hermandades mantienen un tejido empresarial y social importantísimo. Yo no quiero que una hermandad o Cáritas me den un plato de comida, yo lo que quiero es que me den trabajo”, sostiene el bordador jerezano Ildefonso Jiménez, con taller propio desde hace ya 32 años y uno de los promotores de la asociación de artesanos que se está constituyendo en la provincia de Cádiz precisamente para defender los intereses de un sector cuya producción suele venirse abajo en cuanto llegan las vacas flacas.

Francisco Carrera Iglesias 'Paquili' es también bordador y presidente de una asociación de similares características que funciona ya en la ciudad de Sevilla. “Los propios cofrades tenemos un complejo tremendo cuando hablamos de estrenos. Los artesanos formamos parte esencial de la propia Semana Santa y aquí se ha mantenido una tradición artística gracias a que las hermandades han apostado por ella. Las cofradías deben ser conscientes también de que gracias a ese patrimonio se mantienen muchísimas familias durante todo el año, porque de no ser así, algunas estarían en las bolsas de caridad”, advierte también desde su experiencia como ex hermano mayor de la Hermandad del Cerro del Águila.

Sin embargo, estos profesionales se encuentran con el inconveniente de que trabajan para la elaboración de piezas que se catalogan como de arte suntuario, lo que por si fuera poco les penaliza desde el punto de vista fiscal.

Ildefonso Jiménez entiende que una de las primeras reivindicaciones del sector debe caminar precisamente en esa dirección, porque “la carga fiscal que soporta un taller de artesanía es brutal”, cuando además esta actividad suele estar en manos de pequeños autónomos, como deja claro 'Paquili', que recuerda que aquí no estamos ante “grandes empresas” con “recursos económicos para afrontar una situación de crisis prolongada en el tiempo”.

Por regla general, en los contratos que estos profesionales firman con las hermandades se estipulan unos plazos de entrega de los encargos y abonos, realizándose el último pago a la retirada del taller.

Carrera Iglesias estima que este año se ha quedado en los talleres “el 80 por ciento de la producción”. Eso significa que los artesanos no han terminado de cobrar sus trabajos.

Además, el cese de la actividad se produjo coincidiendo con un periodo de contratación de personal precisamente para poder hacer frente al cumplimiento de esos plazos. Esos trabajadores tuvieron que ser despedidos en cuanto se decretó el estado de alarma, mientras que en las plantillas habituales se acudió a la fórmula del ERTE.

Pasada ya la Semana Santa hay “inquietud” en el sector no únicamente por la recogida y pago de aquellos encargos que se realizaron, sino por la situación de parálisis que afecta a las hermandades.

“Normalmente en cuanto acaba la Semana Santa las cofradías empiezan a firmar proyectos para el año que viene, pero este año se están firmando muy poquitas cosas”, admite 'Paquili', un dato que augura unos meses de escasa actividad y menos ingresos para un sector que en Sevilla cuenta con “alrededor de 50 artesanos” censados y sus correspondientes empleados y que en la provincia de Cádiz también ronda el medio centenar.

Ildefonso Jiménez entiende que “merece la pena luchar por este sector y tratar de protegerlo”, sobre todo porque en las últimas décadas se ha consolidado en la provincia un conjunto de profesionales “de un nivel tremendo”. Francisco Carrera confía en que las aguas vuelvan a su cauce. “Estoy seguro de que las hermandades son conscientes del papel que les toca vivir y seguirán apostando por este sector”. 

Los artesanos reclaman el amparo de las administraciones y un reconocimiento

La asociación de Sevilla quiere que el resto de las provincias andaluzas constituya su propio colectivo para a partir de ahí sumar fuerzas y reivindicar el amparo de las administraciones públicas y un reconocimiento al trabajo que desarrollan.

Más allá de las mejoras en la fiscalidad, se busca un distintivo de calidad que permita diferenciar entre los profesionales acreditados y quienes hacen competencia desleal.

“Queremos que se de a esto el valor que tiene”, sostiene Francisco Carrera. 

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