En una breve declaración, el fiscal general de Teherán, Abas Yafari Dolatabadi, señaló, no obstante, que la investigación sigue abierta y que en breve se darán nuevas noticias al respecto.
“Los tres han sido acusados de espionaje. Las investigaciones continuarán en lo que se refiere a los norteamericanos detenidos en Irán”, insistió Dolatabadi, en declaraciones divulgadas por la agencia oficial de noticias Irna.
Los tres arrestados, que de ser considerados culpables, podrían ser condenados a la pena capital, han sido identificados como Shane Bauer, Sarah Shourd y Josh Fattal, quienes fueron capturados el pasado julio cuando caminaban cerca de la frontera entre Irak e Irán, en pleno Kurdistán.
Desde entonces, Washington ha demandado su liberación al alegar que simplemente eran excursionistas que se perdieron y entraron en territorio iraní por error.
“Creemos con total convicción que no existen pruebas que sostengan cargo alguno”, respondió ayer desde Berlín la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton. “Vamos a insistir, en nombre de esos tres chicos y de su familias, para que el Gobierno iraní sea clemente, los libere y puedan volver a casa”, agregó.
Expertos y diplomáticos han sugerido que el momento y las condiciones en que se produce esta acusación podrían estar relacionadas con el pulso que Irán y Estados Unidos sostienen a causa del conflicto nuclear.
Los tres excursionistas fueron arrestados hace cerca de cuatro meses, y apenas se ha sabido de su paradero hasta que el pasado 20 de octubre el ministro iraní de Exteriores, Manoucher Mottaki, adelantó que serían llevados ante un tribunal cuando se dieran por concluidas las investigaciones.
“Una vez terminados los interrogatorios, habrá un proceso judicial y decidiremos después en función del veredicto”, explicó el jefe de la diplomacia iraní.
Mottaki insistió en que los tres supuestos excursionistas entraron de forma ilegal en el país y que el régimen iraní ha sido muy claro desde el principio.
La esperanza para las familias es el reciente caso de la periodista estadounidense de origen iraní Roxana Saberí, quien fue detenida el pasado 31 de enero y tras un proceso parecido fue acusada de espionaje dos meses después.
Saberí fue puesta en libertad el pasado mayo tras ser juzgada y condenada a cinco años de prisión, y poco antes de que EEUU liberara a cinco iraníes que mantenía retenidos en Irak.