Recuerdan aquella canción que cantábamos de pequeños? ¿Aquella que nos proponía, a modo de travesura, desviarnos de la verdad? ¿Cómo era? ¡Ah, sí! ... “ahora que vamos despacio, ahora que vamos despacio, vamos a contar mentiras, tralará, vamos a contar mentiras”.
Pues eso, que ahora que vamos despacio, a golpe de confinamiento, vamos a contar mentiras: ahora que los niños no son de los padres, tralará, ahora que lo mejor es pasar a los alumnos sin esfuerzo, tralará, ahora que los niños con discapacidad no precisan una atención especial, tralará, ahora que la política no te cambia de barrio, tralará, ahora que tenemos un comité de expertos que velan por nuestra salud, tralará, y ahora que el castellano no es la lengua que nos da el derecho a expresarnos en todo el territorio nacional… tralará.
No había viaje en autobús escolar que se preciara sin esta canción, todo dependía de la destreza del chófer en mantener al rebaño calmado. Y nuestro conductor sólo nos incita a seguir cantando. Ahora que los autónomos ven reflejada en sus cuotas la preocupación de nuestros dirigentes por sacarnos de esta, tralará, ahora que no vamos a subir impuestos, tralará… y este chófer que no para… con lo barato que se está poniendo el gasoil… tralará. Mucho tralará, ya lo sé. ¿Y qué le vamos a hacer? Ya lo hacen ellos por nosotros.
Será que por tanto “tralará” nuestros dirigentes han encontrado la panacea que nos librará de la dichosa canción: la comisión de la verdad. La verdad, ¿qué verdad?, ¿la de ellos? Ah, claro, si fuera la nuestra la que quisiéramos defender la llamarían delito contra la libertad de expresión. A puro paso fascista, este gobierno nos conduce por la puerta de atrás hacia un futuro más igualitario, liderando al rebaño que, lejos de preocupaciones, se encamina a la pluralidad de pensamiento… tralará, ¡pero además, del gordo!
