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Notas de un lector

Beethoven, ayer y siempre

Este próximo 16 de diciembre se cumplirán 250 años de su nacimiento y, al hilo de esta efeméride, son muy variados los homenajes que vienen celebrándose

Publicado: 02/12/2020 ·
13:22
· Actualizado: 02/12/2020 · 13:22
Autor

Jorge de Arco

Escritor, profesor universitario y crítico. Académico de la Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras

Notas de un lector

En el espacio 'Notas de un lector', Jorge de Arco hace reseñas sobre novedades poéticas y narrativas

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“El mundo sigue hablándote, Beethoven/ porque sabemos/ que aún nos oyes”. Con estos versos, finaliza el bello poema que el poeta italiano Marco Bellini dedicara al compositor poco después de su muerte. Han pasado ya dos siglos y la música de Ludwig van Beethoven (Bonn, 1770), sigue sonando, resonando límpida, conmoviendo a todo aquel que se acerca hasta sus notas.

Este próximo 16 de diciembre se cumplirán 250 años de su nacimiento y, al hilo de esta efeméride, son muy variados los homenajes que vienen celebrándose. Entre ellos, espigo la reciente publicación de “Beethoven, un músico sobre un mar de nubes” (PenguinRandomHouse. Barcelona) de Ramón Gener. Este humanista y divulgador musical en radio y televisión, ha escrito una bellísima biografía sobre el intérprete alemán. Desde su profunda admiración, el escritor catalán ha sabido trenzar una sólida narración que se detiene en los acontecimientos familiares, artísticos, amatorios…, que marcaron la vida y anhelos de Beethoven.

     “Frente a su tumba lloro de alegría y comprendo por qué estoy allí, consciente de que su genio empapa toda la humanidad como una impetuosa tormenta. Frente a su tumba, me desborda el éxtasis y entiendo por qué estoy allí, en la certeza de que el poder abrumador de su obra es hoy más actual y necesario que nunca”, escribe Gener en su prólogo. Palabras que conjugan con las que le dedicase el poeta germano Franz Grillparzer en el entierro de Beethoven. Aquel 27 de marzo de 1827, más de 20.000 personas salieron a las calles de Viena para decirle adiós. El ejército tuvo que intervenir para que el féretro pudiera salir de su domicilio y treinta y seis porteadores caminaron con antorchas encendidas junto al majestuoso carruaje que se dirigía a la catedral de San Esteban para oficiar la misa. Una vez en el cementerio y, previo a enterrar el ataúd, el actor Heinrich Anschütz leyó la “Oración” del citado Grillparzer: “Fue un artista, pero también fue un hombre. Un hombre en el más alto sentido de la palabra (…) Así existió, así murió y así vivirá siempre”.

     Y, en verdad, su vigencia perdura y su legado sigue siendo un ejemplo de esfuerzo, de brillantez y excelencia.Sabido es que cuando Beethoven se presentó con dieciséis años ante Mozart y tocó frente a él una hermosas e inspiradas variaciones, éste confesó a unos amigos allí presentes: “Fijaos en ese chico, algún día el mundo hablará de él”.

   La prematura muerte de su madre y el alcoholismo crónico de su padre -un tenor venido a menos que acabó arruinado-, convirtieron la infancia y adolescencia del compositor alemán en una hilera de obstáculos. Reservado y solitario, Beethoven creció convencido de que su ingenio y su tesón lo llevarían hasta la cima. Gracias a la generosa ayuda de varios amigos, se mudó a Viena a punto de cumplir los veintidós y, desde entonces, su quehacer y sus éxitos fueron creciendo sin pausa, a pesar de la tristeza y de la cólera que conllevaron su juvenil enfermedad auditiva.

    Sonatas, sinfonías, conciertos, tríos, cuartetos, quintetos, canciones, misas, fantasías, variaciones, bagatelas, marchas, romanzas y una ópera, completan el múltiple y espléndido bagaje de un artista total, de un maestro que supo que la música era “la más alta de las filosofías”, que luchó para que la creatividad fuera reconocida desde el propio individuo, que giró el curso de la música al superar el Neoclasicismo y hacer grande e inolvidable el Romanticismo.

   Al cabo, un libro revelador, escrito con pluma sobria y delicada, y aderezado con las excelentes ilustraciones de Fernando Vicente.

 

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