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Hablillas

Aniversario

Retomemos a Bécquer esta semana. Su poesía es elegante, su prosa sencilla y sus dibujos divertidos. Empecemos con él.

Publicado: 07/02/2021 ·
21:06
· Actualizado: 07/02/2021 · 21:06
Autor

Adelaida Bordés Benítez

Adelaida Bordés es académica de San Romualdo. Miembro de las tertulias Río Arillo y Rayuela. Escribe en Pléyade y Speculum

Hablillas

Hablillas, según palabras de la propia autora,

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Si los santos tienen novena también los aniversarios deberían de gozar de una especie de dispensa, de un alargamiento de plazo razonable. Es lo que ocurre con el centenario de Gustavo Adolfo Bécquer, fallecido un veintidós de diciembre hace ciento cincuenta años. Ciertamente ha sido recordado y como el año comienza invitando a seguir con la lectura por las circunstancias conocidas, es de obligado cumplimiento que la hablilla dedique sus renglones al poeta romántico más realista y apartado de la grandilocuencia de sus contemporáneos.

De todos conocidas son sus Rimas y Leyendas, emocionantes por la recreación de los espacios agrestes, lo onírico y la melancolía que descubrimos al leerlas, sobresaliendo ese espíritu trágico andaluz logrado a través de la siempre difícil simplicidad, aunque su nombre permanezca ligado a la elegancia del arpa, el vuelo de las golondrinas o a las pupilas azules. Sin embargo el poeta logra alejarse de estas estampas con sus dibujos, aunque el reconocido en esta disciplina fuera su hermano. Siendo parte de una familia de artistas y viviendo este ambiente, probablemente el lápiz quedara alejado a ratos de los versos, la métrica y la musicalidad, si bien el ritmo subyace dando movimiento a las figuras.

Uno de los más conocidos es el partido de tenis entre esqueletos utilizando un cráneo como pelota. Un clic sobre el ratón nos lo despliega junto a otros de su autoría, en cambio resulta divertido ser espectador de este encuentro siniestro y tan parecido a la danza macabra de Saint-Saëns, poema sinfónico de imposible influencia por haber sido escrito cuatro años después de la muerte del poeta. Sobre un campo de tierra se encuentra a medio levantar un esqueleto decapitado. El cráneo vuela al ser impulsado por un artilugio plano empuñado por otro mientras el segundo jugador espera al fondo de la escena iniciando el punto de fuga.

La risa eterna de las calaveras a la vez provoca la del espectador, entendiéndola como la del poeta sobre la propia muerte, aseguran los críticos. Junto con la vida, ambas constituyen un tema recurrente en el que sobresale el dominio de la técnica al reflejar su mundo interior de una forma distinta y muy superior a la escritura, aseguró el propio Bécquer. Asimismo, en estos dibujos apreciamos el lado más romántico del artista, por lo impactante y lo exagerado, características que encontramos al comienzo de la novela de Bram Stocker, fundamentando el trastorno en el comportamiento del Conde Drácula. Hoy lo llamaríamos Gótico Moderno. 

El frío, la lluvia y las normas aconsejan quedarse en casa de nuevo. Retomemos a Bécquer esta semana. Su poesía es elegante, su prosa sencilla y sus dibujos divertidos. Empecemos con él. Ánimo.

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