Muy emocionado.
José Mercé soltó alguna que otra lágrima al recibir el aplauso y cariño de su gente de la
Peña Tío José de Paula en la noche del sábado 18 de marzo, casi entrado ya el día de San José. Desde que José, el cantaor vivo más ilustre de este barrio en la actualidad, pasó una larga jornada de este verano en esta peña de la calle Merced, la entidad entendió que había que agradecérselo de alguna manera y devolverle el generoso gesto que el artista había tenido con ellos.
Claro, todo esto fluye con cierta facilidad porque
José es de la familia, es uno más, aunque entre broma y broma reconoció que perdió la
Insignia de Oro que la peña le impuso hace ya algunos años. “Eso fue que me dieron un abrazo y me la robaron”, se justificó con tono de risa.
La peña llevó con suma discreción el evento porque se entendía que si se corría la voz, la peña sería un hervidero y lo suyo “es que los socios estén a gusto”, según decía un miembro de su directiva. A las nueve de la noche llegó
José Mercé con su hermano Juan y su mujer Merci, y todo parecía tomar forma y color.
Alguna de las mujeres más insignes estaban sentadas en la primera fila:
La Churrita, que “estoy sorda perdía”,
La Curra, que llegó un poquito más tarde,
La Yoya, con ese lustre de gitana impecable,
Juani la del Peña, que siempre muestra su mejor sonrisa,
Manuela, hija de la recordada Rosario La Majuma… una representación de aquella gloriosa época que por desgracia, aunque es natural, pasó.
José se sentó también en primera fila y comenzó el acto con una semblanza sobre su persona ofrecida por éste quien os escribe. Destaqué que en esta noche tan especial, reconocer sus méritos profesionales era una obviedad, había que destacar
su cercanía y sus códigos gitanos que le permitían estar ahí como cualquier cayo real del barrio. Invité, seguidamente, a que subieran al escenario tanto al cantaor como a la junta directiva, presidida por otro Soto
, Joaquín ‘El Zambo’. Fue entonces cuando se le puso nuevamente la
Insignia de Oro de la entidad, que también tienen otros como Manuel Morao, Pansequito, Lola Flores, entre otros.
“Eso sí, no la pierdas más”, dijo Joaquín con ese
age tan singular. Todo fue un clamor. Más si cabe cuando se le hizo entrega de un regalo “impagable”. Ante la sorpresa del propio José y de su mujer, a la que le dieron un enorme ramo de rosas rojas, un miembro de la directiva subió un cuadro, una obra maestra del pintor jerezano
Pepe Basto en la que se plasmaba la figura de José con su nieto sobre las piernas en una imagen captada en uno de los momentos de aquella tarde de verano. “Yo soy de Jerez, mis hijos han nacido en Jerez y por eso este regalo de mi gente tiene más importancia que cualquier reconocimiento que me hagan en el sitio”, apuntó el cantaor y añadió, “mi nieto nació en Madrid pero cuando entró en la peña lo primero que hizo fue subirse al escenario”. El autor de la obra, también directivo, quiso matizar que la pintura no estaba acabada, a lo que José contestó: “pues cuando esté del todo terminada yo vengo lo recojo y hago un recital, ya está mi palabra dada que vale más que cualquier firma”.
Tras ese momento, magnífico recital de canción, copla y flamenco de
Fernando Soto, otros de los grandes artistas de la ciudad. Rememoró letras de Bambino, Rocío Jurado o Marifé de Triana, muchas de ellas cantadas por el público a su vez y por el propio José. Se formó un fin de fiesta antológico con los bailes de Fernando Jiménez, Merci del Chícharo, Manuela Carpio, Chicharito y las tatas que mencionamos antes. La Churrita insistía: “cómo voy a bailar si tengo un oído en frente del otro”. Pues bailó y de qué manera. José también bailó.
Cuando todo acabó, mis primos Diego Méndez y Ramoncito me preguntaron si creía que José se quedaría a la juerga de después. Yo le dije que “solo un milagro conseguiría eso”. El milagro se obró y se quedó hasta la madrugada cantando por soleá, fandangos y bulerías, con la guitarra de Antonio Higuero y todos los que quisieron participar. ¡Viva la Peña Tío José de Paula y las cosas buenas!