La Audiencia Provincial de Almería ha absuelto al trabajador de laboratorio del Hospital Universitario Torrecárdenas de Almería que en septiembre de 2020 clavó un cuchillo en el hombro a un jefe de servicio después de que éste lo llamara por teléfono para ver cómo se encontraba al haber dado positivo en covid-19, si bien ha decretado su internamiento en un centro penitenciario psiquiátrico por un periodo máximo de once años.
La Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Almería atiende en su sentencia el informe médico forense, ratificado en Sala, en el que se detallaba que el procesado, al tiempo de los hechos, "padecía una alteración del contenido del pensamiento, con ideas delirantes de tipo paranoide, que anuló su inteligencia y voluntad", según recoge la sentencia consultada por Europa Press.
En este sentido, y dada la inimputabilidad del acusado debido a la anomalía psíquica que sufre, lo absuelve del delito de asesinato en tentativa, en concurso con el delito de atentado agravado, que interesaba la acusación particular ejercida en representación de la víctima a través del Servicio Andaluz de Salud (SAS), toda vez que la Fiscalía acusaba por un delito de homicidio en tentativa.
Además, el tribunal presidido por el magistrado Luis Columna impone también al acusado, que rechazó dar su versión en el juicio, su inhabilitación absoluta y la prohibición de comunicarse y aproximarse a menos de 200 metros durante un periodo de diez años a la víctima, a la que deberá indemnizar con 814 euros, si bien previamente al juicio, ya había ingresado a su favor 660 euros.
Conforme a la prueba practicada el pasado 1 de febrero, el tribunal ha dado por probado que sobre las 11,30 horas del 1 de septiembre de 2020 uno de los jefes de servicio del Hospital Torrecárdenas llamó por teléfono al procesado, que en esas fechas había dado positivo en covid-19 y debía estar confinado, para "interesarse por su estado y mostrarle apoyo".
Tras dicha conversación, en la que según el afectado ya recibió amenazas a las que inicialmente restó importancia, el procesado se presentó a la hora en su despacho con un cuchillo de cocina de nueve centímetros, donde "de forma sorpresiva y repentina, sin motivo alguno acreditado", se "abalanzó" sobre el perjudicado "arrinconándolo" en "un espacio reducido" y "dirigiendo el cuchillo hacia el pecho" de la víctima.
Aunque en un primer momento el afectado consiguió esquivar el ataque sujetándole el brazo, finalmente cayó al suelo, donde el acusado le "colocó el cuchillo en la boca". Así, "cuando iba a clavárselo", la víctima "le propinó un mordisco en el brazo" lo que hizo que desviara la trayectoria para terminar clavando el arma en su hombro izquierdo "siendo tal la fuerza con que lo esgrimía, que dio lugar a que la hoja del cuchillo se quebrara y saliera despedida".
Ante esta situación, el procesado continuó su agresión golpeando en la cabeza con sus puños a la víctima hasta que depuso su actitud gracias a la intervención de terceras personas, que acudieron al despacho. El procesado en el momento de cometer los hechos sufría una alteración del contenido del pensamiento con ideas delirantes, de tipo paranoide, dolencia que anuló su capacidad intelectiva y volitiva en relación a los hechos y que se encontraba activa.