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"Si hace falta llevaremos el caso al Tribunal de La Haya"

Su familia le dará mañana jueves el último adiós a las 9.30 horas

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  • Momento en el que Loles, hermana de Martín, llega al Aeropuerto tras permanecer más de un mes en Perú. -
El féretro con los restos mortales de Martín de Porres Fernández Hernández, el jerezano de 45 años que falleció la pasada semana en Perú por una grave enfermedad tras llevar preso desde junio por un delito de tráfico de drogas, llegaron ayer a primera hora al Aeropuerto de Jerez, donde aguardaban numerosos familiares. Nunca esperaban haberlo hecho en esas condiciones, de ahí que las casi treinta personas de su entorno que se agolpaban a las puertas del aeródromo apenas tuvieran ganas de hablar en la víspera de una Nochebuena que nunca olvidarán. Sus rostros lo decían todo: impotencia, rabia, dolor... por las últimas horas de vida de su hermano, sobrino o amigo al que no veían desde junio y con el que nunca quisieron encontrarse de esta forma.
En el mismo vuelo del fallecido viajaba su hermana Loles, que ha luchado hasta el último segundo por traerse a Martín con vida a su ciudad natal, llegándose a trasladar sola hace un mes a Perú para cuidarle ante el empeoramiento de su estado de salud y para agilizar personalmente su proceso de indulto atendiendo a su dolencia, una petición para la que pidió ayuda en vano a la Reina Sofía, el presidente del Gobierno y al Ministerio de Asuntos Exteriores.

agotada, pero muy entera
Cuando eran casi las diez de la mañana, ella, su marido (con el que se reencontró en Madrid) salían por la puerta de llegadas en otro de los momentos más emotivos. Entera, pero con un rostro que dejaba ver el dolor y el cansancio de estas últimas semanas, Loles se abrazaba a su hermana María Jesús y al resto de sus familiares. Por fin estaba en casa, pero en las circunstancias que nunca hubiera querido.

Previamente, su primo José Jerez, que estuvo con Martín durante sus dos últimos meses de vida, calificó como una “injusticia” el trato que recibió el jerezano desde que en junio ingresara en prisión tras ser sorprendido en el Aeropuerto de Lima con cuatro kilos de cocaína y acusó a los funcionarios públicos del Consulado de Perú e INPE (Instituciones Penitenciarias Peruanas) de “dejación de funciones”.

En este sentido, criticó que a su primo “no lo han tratado como deberían” en todo lo referente a cuestiones humanitarias y aseguró que “lo han tenido coaccionado” durante su ingreso en prisión y posterior traslado a dos hospitales peruanos por una seria infección que se le extendió por todo el cuerpo poco antes de que se le diagnosticara una neoplasia.
Por ello, aseguró que “como depositario de su voluntad”, su caso llegará al Tribunal Europeo de Derechos Humanos “si hace falta” con objeto de que los presuntos culpables “no queden impunes”.
El funeral por el descanso de este vecino de Jerez se celebrará hoy a las 9.30 en la Iglesia de Cristo Resucitado, en el Tanatorio, donde sus restos fueron trasladados ayer desde el aeródromo para que su familia pudiera despidiera de él en la más estricta intimidad.


“Mi hermano ya no necesitaba ningún perdón”

Estaba agotada después de volar durante casi dos días, pero ayer Loles, la hermana que acompañó a Martín de Porres hasta el último momento, se sentía aliviada al pisar tierras jerezanas y rodearse de los suyos después de las últimas semanas que ha pasado en Perú para intentar que su hermano pudiera morir en casa. La burocracia se lo impidió desde el primer momento, cuando tanto ella como su primo, acudían al Consulado para tratar de agilizar los trámites. “He vivido día a día como muchas personas acudían allí con problemas vitales y acababan llorando porque lo encontraban cerrado, ya que había veces que o ni abría o lo hacían sólo cuatro horas”. De hecho, horas antes de morir Martín, Loles recibió una llamada telefónica del propio presidente de Perú, Alan García, en la que le decía que su indulto ya estaba concedido. “Ella le contestó indignada que ya su hermana no necesitaba ningún tipo de perdón, que se buscara él el suyo que sí lo necesitaría”, señaló su primo. Ninguno de los dos olvidará tampoco la crueldad con la que los dermatólogos y los funcionarios lo trataron. “El mismo día que el dermatólogo le dio la noticia de que que tenía un cáncer, un funcionario se dirigió a él sin más y le dijo que su proceso de indulto estaba paralizado. Ese día lo hundieron para siempre”.

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