Estamos muy acostumbrados a que todo vaya bien. A que todo vaya sobre ruedas. Nos han preparado para ello. Nos han hecho creer desde pequeños que todo es perfecto. Seres humanos hechos para ser felices, para alegrarnos cuando las cosas van viento en popa. ¿Pero estamos realmente preparados para cuando algo no sale como esperamos? Yo pienso que no. Nadie nos enseña a levantarnos después de cada caída. Tenemos que aprender a hacerlo, para no quedarnos ahí, donde nadie quiere estar, en el subsuelo, fuera de juego. Y cuesta aprender, porque siempre hemos creído que todo iba a ser ‘de color rosa’. Y… ¿por qué este color con todos los que hay en el espectro? ¿Por qué siempre queremos ocultar la realidad? Entiendo que puede ser difícil explicar que no todo siempre puede salir bien y que habrá veces que tengamos que trabajar para ello sin conseguir resultado. Pero al final, nos forjamos y somos quienes somos aprendiendo más del intento-error que del intento-acierto. Porque tan solo fallando, tan solo conociendo que las cosas pueden a veces no salir como uno quiere, es cuando vuelves a levantarte con más ganas para seguir luchando por todo eso que deseas.