Andalucía
Las marismas de Doñana, inundadas como hace diez años
En algunas zonas la profundidad alcanza los 1,4 metros
Las marismas de Doñana han alcanzado estos días el mayor nivel de inundación de la última década gracias a las intensas precipitaciones registradas, casi ininterrumpidamente, desde mediados de diciembre, según han destacado a Efe técnicos de la Estación Biológica de Doñana (EBD).
Según los datos recogidos por la red de sensores desplegados por la Infraestructura Científico Técnica Singular (ICTS) de la Estación Biológica de Doñana, dependiente del CSIC, el agua acumulada en la zona sur de la marisma de este espacio protegido, la de mayor profundidad, supera en algunos puntos los 1,4 metros de altura, una de las máximas cotas de la última década.
En los puntos de menos profundidad de las marismas el agua alcanza los 0,5 metros de altura, lo que significa que ha completado prácticamente toda la zona inundable de este espacio protegido.
Las lluvias acumuladas en lo que va de año hidrológico (desde el 1 de octubre) en algunos puntos del Espacio Protegido de Doñana superan ya los 800 litros por metro cuadrado, una cantidad que rebasa ampliamente la media histórica.
Las marismas son, junto al bosque mediterráneo y la dunas, uno de los principales ecosistemas del Espacio Natural de Doñana, que ocupa más de cien mil hectáreas de los parques nacional y natural del mismo nombre.
Este ecosistema hídrico, que se asienta sobre una gran planicie de suelos arcillosos impermeables, se suele inundar a partir de otoño, principalmente por la lluvia, pues los aportes fluviales del arroyo de la Rociana y del río Guadiamar son escasos, y se seca completamente durante el estiaje, pues sufre una intensa evaporación.
La intensidad y duración del periodo de inundación de la marisma es crucial no sólo para la invernada en este hábitat de cientos de miles de aves llegadas del norte de Europa, en especial ánsares que ya han retornado a latitudes septentrionales, sino, también para la nidificación de decenas de especies de aves acuáticas y zancudas.
Estas especies, algunas en peligro de extinción, comienzan estos día a nidificar en la abundante vegetación que crece en las marismas, para lo cual es determinante su nivel de inundación así como la calidad de estas aguas.
Las intensas precipitaciones acumuladas en el actual año hidrológico también benefician al gran acuífero sobre el que se asienta Doñana y del que dependen otros importantísimos ecosistemas como el monte mediterráneo.
Este acuífero sufre una importante sobreexplotación desde el último tercio del pasado siglo, en especial por el crecimiento exponencial de cultivos como el fresón, hasta el punto de que se han detectado episodios de salinización de sus aguas por la bajada del nivel freático.
Las intensas y prolongadas precipitaciones que se han sucedido desde mediados de diciembre y hasta comienzos de marzo también han permitido la regeneración de algunas lagunas de agua dulce que se habían desecado como consecuencia de la sobreexplotación del acuífero que las nutre.
Según los datos recogidos por la red de sensores desplegados por la Infraestructura Científico Técnica Singular (ICTS) de la Estación Biológica de Doñana, dependiente del CSIC, el agua acumulada en la zona sur de la marisma de este espacio protegido, la de mayor profundidad, supera en algunos puntos los 1,4 metros de altura, una de las máximas cotas de la última década.
En los puntos de menos profundidad de las marismas el agua alcanza los 0,5 metros de altura, lo que significa que ha completado prácticamente toda la zona inundable de este espacio protegido.
Las lluvias acumuladas en lo que va de año hidrológico (desde el 1 de octubre) en algunos puntos del Espacio Protegido de Doñana superan ya los 800 litros por metro cuadrado, una cantidad que rebasa ampliamente la media histórica.
Las marismas son, junto al bosque mediterráneo y la dunas, uno de los principales ecosistemas del Espacio Natural de Doñana, que ocupa más de cien mil hectáreas de los parques nacional y natural del mismo nombre.
Este ecosistema hídrico, que se asienta sobre una gran planicie de suelos arcillosos impermeables, se suele inundar a partir de otoño, principalmente por la lluvia, pues los aportes fluviales del arroyo de la Rociana y del río Guadiamar son escasos, y se seca completamente durante el estiaje, pues sufre una intensa evaporación.
La intensidad y duración del periodo de inundación de la marisma es crucial no sólo para la invernada en este hábitat de cientos de miles de aves llegadas del norte de Europa, en especial ánsares que ya han retornado a latitudes septentrionales, sino, también para la nidificación de decenas de especies de aves acuáticas y zancudas.
Estas especies, algunas en peligro de extinción, comienzan estos día a nidificar en la abundante vegetación que crece en las marismas, para lo cual es determinante su nivel de inundación así como la calidad de estas aguas.
Las intensas precipitaciones acumuladas en el actual año hidrológico también benefician al gran acuífero sobre el que se asienta Doñana y del que dependen otros importantísimos ecosistemas como el monte mediterráneo.
Este acuífero sufre una importante sobreexplotación desde el último tercio del pasado siglo, en especial por el crecimiento exponencial de cultivos como el fresón, hasta el punto de que se han detectado episodios de salinización de sus aguas por la bajada del nivel freático.
Las intensas y prolongadas precipitaciones que se han sucedido desde mediados de diciembre y hasta comienzos de marzo también han permitido la regeneración de algunas lagunas de agua dulce que se habían desecado como consecuencia de la sobreexplotación del acuífero que las nutre.
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