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Sindéresis

El camino hacia Milei

La derecha moderna se ha acogido al mantra de que hay que alejar las decisiones político-técnicas de la ideología

Publicado: 03/09/2023 ·
19:30
· Actualizado: 03/09/2023 · 19:30
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Autor

Juan González Mesa

Juan González Mesa se define como escritor profesional, columnista aficionado, guionista mercenario

Sindéresis

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Milei, el enajenado candidato argentino a la presidencia, ha dicho que no hay nada de malo en que una empresa contamine un río porque, si nadie se opone, es que hay abundancia de agua y si hubiese escasez de agua ya se encargaría otra empresa de explotarla y, por tanto, enfrentarse a la empresa contaminante.

Esto viene a decir que Milei quiere gobernar para tocarse los huevos sin hacer nada unos cuantos años y devolver a su país a una época que nunca vivió, pero que en Europa conocemos bien, y se llama feudalismo. Ese psicópata que cree que un país puede convertirse en un laboratorio de experimentación suicida está diciendo que la vida humana no importa, que lo único que importa es la voluntad empresarial de explotar un recurso, y que el estado no sirve de nada ni como protector de los derechos y las libertades ciudadanas, ni como motor de la mejora de la vida de las personas.
Este tipo ve los servicios públicos como una recaudación de impuestos para mantener en pie unas fuerzas mancomunadas que defienden los intereses de los ricos y de las empresas. No es más que un mayordomo de los poderosos que está echando el currículum para guardés de sus fincas a través de unas elecciones. Milei, al fin y al cabo, no es más que Ayuso dentro de diez años si la sociedad no le para los pies.

La derecha moderna se ha acogido al mantra de que hay que alejar las decisiones político-técnicas de la ideología, pero cuando ellos hablan de ideología el común de los mortales habla de principios. De ética. Mantener un río limpio y disfrutable es un principio ético, porque respetamos la naturaleza y porque queremos que nuestros hijos y nietos la hereden en las mejores condiciones posibles. También es un principio práctico, porque los daños naturales y humanos causados por la contaminación de un río serían letales y sus consecuencias llegarían mucho antes que cualquier reacción de la iniciativa privada, en caso de que esta llegara a interesarse alguna vez por el asunto.

La falta de conocimiento y de iniciativa pública, el individualismo personal y el feudalismo empresarial como modo de articulación social al final convierten a un país en un terrible sálvese quien pueda en caso de una catástrofe. En Europa la peste negra se extendió con tanta facilidad porque cuando había un brote la gente huía, sin saber que ya estaba infectada y que con su fuga no se estaban salvando, sino que estaban extendiendo la enfermedad. Y la peste no distinguió ricos de pobres.

Milei dice que el estado no debe proteger un bien que hasta el hijo de puta más insensible sabe que hay que proteger, sino dejar que las empresas que lo explotan lo protejan por sus medios, si quieren. ¿Por qué debería el estado entonces atender la denuncia de una empresa si unos terroristas pusiesen legionela en su circuito interno de agua o si las comunidades de vecinos de la zona arrojasen la basura en su aparcamiento? Esta empresa maltratada por la gente de su alrededor ya se encargará de contratar seguridad privada, ¿verdad? Eso acabarían haciendo todas. Seguro que se les ocurre mancomunar esos gastos para que esta seguridad sea más barata y eficiente, coordinada. Incluso podrían emplear ese dinero en que una empresa midiese la calidad del agua que beben sus empleados. Mancomunar los gastos para la consecución de intereses comunes. ¡Eh, Milei, cabeza de mierda, acabamos de inventar los impuestos y los servicios públicos! ¿O te piensas que la evolución de la sociedad desde el Medievo hasta ahora ha sido un fallo que tú has venido a arreglar? El camino de la derecha es hacia atrás y el camino de Ayuso a Milei solo es posible si la prensa lo sigue adoquinando.

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