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Manolito el del Huerto

El pasado martes tuvo lugar uno de los homenajes más entrañable y sentido que se han ofrecido en Jerez en los últimos tiempos...

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El pasado martes tuvo lugar uno de los homenajes más entrañable y sentido que se han ofrecido en Jerez en los últimos tiempos. El que todos los cofrades de la ciudad representados en la Unión de Hermandades y con ellos todos los jerezanos representados en la alcaldesa, le tributaron a Manuel Mesa Román, el popular y querido Manolito el del Huerto. Manolito es por su bondad y su fidelidad el ángel de la Semana Santa jerezana, es el ángel de la guarda que siempre está a nuestro lado cuando Jerez vive la fiesta, sea la que sea, pero sobre todo es el ángel que abre marcha a los sonidos de cornetas y música procesional, al bullicio del cirio encendido y al mecido con arte. Es como el ángel que revolotea la canastilla del Señor de las Penas de San Mateo y se queda en el escudo de la Cofradía, el ángel con la cruz de la esquina del paso de la Lanzada, el ángel que ofrece sus alas a todo aquello que tenga que ver con la majestuosidad catedralicia de San Miguel, es el ángel lamparero que alumbra cultos en la Coronación, el lancero en los Besamanos del Traspaso, el que juguetea entre esparragueras aprendiendo a ser cireneo por San Francisco, el que llora su pena acongojada entre lirios de un Cristo Capuchino, el maniguetero del Amor, el del chupete del Desamparo, uno de los de la peana de la Inmaculada de la Catedral o el que levanta a la Reina de los mares en el Carmen. Un ángel costalero de la urna de Juan Laureano de Pina en el sepelio más solemne de la historia, ángel llevando INRI en la portentosa Cruz de Guía que un día creara Jesús Domínguez para la Hermandad de Loreto, ángeles de cada 10 de diciembre con recuerdos a colina lauretana, ángel del Simpecado de la Esperanza y del manto de la Amargura, ángel de todo lo que huela a Semana Santa. Pero sobre todo el ángel que le falta a la trinidad procesional de la Cofradía de Santo Domingo. Un ángel para el Cristo que reza en silencio bajo el vaivén de un olivo, como Manolito. Un ángel con la Virgen hablando sólo y exclusivamente con la mano, como Manolito. Y un ángel con la túnica que no se ve pero que, indiscutiblemente, es Manolito. Esa es la nueva milicia angélica de Santo Domingo, la que se queda en el templo y la que sale a la calle para estar en todo los sitios, como auténtica orden de predicadores de la bondad con mayúscula y la sonrisa por bandera.

De él escribí en una ocasión que Manolito era el mejor informativo cofrade de la ciudad, una auténtica agenda itinerante. Que se olviden desde las antiguas guías de Paullada a los suplementos de Gabriel Álvarez, los programas de radio y los modernos internetses, que Manolito se entera de todas las noticias cofrades antes que nadie y sino, ¿como está en esos actos de los que la mayoría de los cofrades no tenían ni idea? ¿de dónde saca su fuente de información? ¿No han pensado los programas cofradieros en contratar al audaz informador que le facilita, con tanta eficacia, las distintas citas cofrades? Manolito predice hasta el tiempo, nunca llega tarde, es cariñoso y atento, te saluda como se saludan los hermanos de verdad y sin falseríos, viste la túnica penitencial con verdadero amor y luce su medalla con auténtico orgullo. Manolito, sin lugar a dudas, es un clásico de la Semana Santa. Manolito juega con ventaja ya que cuando, dentro de mucho tiempo, le llegué un sobre con un escudo, informándole que tiene que sacar la papeleta de sitio eterna, no le va a hacer falta apresurarse para ser el primero en plantarse en esas Alamedas celestiales a las puertas de la Casa de Hermandad de toda la humanidad, porque ya el hermano mayor del Huerto le ha entregado la papeleta de sitio que, a perpetuidad, llevará su nombre y el Señor de la mirada suplicante hacia las alturas le tendrá preparada su radio para que no se pierda los resultados del Xerez y un lugar privilegiado en esa Cofradía de ángeles con túnicas penitenciales, para que pueda seguir pateando la Semana Santa de todos los tiempos, regalando cariño a raudales, como el que tanto desprende Manolito.

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